Evangelio
Miércoles de la Octava de Navidad. San Juan evangelista

Escrito el 27/12/2023
Agustinos


Texto: José María Martín, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)

El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.


El que ama no muere

En la fiesta de San Juan Evangelista proclamamos el evangelio que se lee el Domingo de Pascua. Desde la resurrección todo adquiere un sentido nuevo.

El discípulo amado y fiel hasta en la cruz es también probablemente el discípulo que corre más que Pedro y llega antes al sepulcro, vio los lienzos en el suelo, pero no entró. Jesús ya no está en el sepulcro. No está entre los muertos. Es significativo que ese discípulo que llegó primero y no entró al principio, sin embargo, después “entró y creyó”. Es el primero que lo proclama: ¡¡¡Vive!!! Aquello que anunció se ha hecho realidad.

Lo busca María Magdalena y no lo encuentra, van Juan y Pedro, por el testimonio de ella, y ven que la tumba está vacía. Pero la muerte no ha vencido, la esperanza se ha hecho realidad. Empiezan a entender sus palabras. Cristo ha resucitado. Todo sucede muy deprisa, todo sucede muy rápido... pero no hay duda, ha resucitado. Aquellos que se habían escondido, empiezan a creer. María Magdalena ha dado testimonio. Están juntos, serán los tres los que anuncien al resto que Él vive.

La comunidad va a cambiar por completo, el miedo se transforma en luz, la esperanza se hace realidad, lo nuevo hace saltar por los aires la posibilidad de volver a lo viejo, a lo de siempre. Ahora entienden lo que Él les anunciaba, todo tiene un sentido nuevo, no hay que agachar la cabeza por el fracaso de la Cruz, hay que coger la Cruz y mostrarla ya que en ella ha sido vencida la muerte para siempre. La inquietud de María Magdalena no es por miedo, es de alegría. Las prisas de Juan, llevado por el amor al amigo, encuentran recompensa: ¡¡¡Jesús es el Cristo y ha resucitado!!! Él mismo da testimonio en su evangelio.