Evangelio
Domingo XIX del Tiempo Ordinario

Escrito el 10/08/2025
Agustinos


Texto: Miguel G. de la Lastra, OSA
Música: A new day. Mixaund

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».


Tener el corazón en lo que va a suceder

Estar preparados. La invitación de Jesús a sus discípulos resuena en una comunidad que lleva decenios esperando la llegada de Jesús, su reino y su justicia. Los años pasan y nada cambia. Quizás nosotros podemos sentirnos reflejados también en esa comunidad. Seguimos a Jesús con la mirada puesta en la forma ideal como queremos vivir y año tras año parece que no terminamos de llegar.

La respuesta ante esta dilación sería esperar, y la virtud sería la esperanza, que sabe lo que va a suceder. Pero hoy Jesús no habla de esperar sino de ser diligentes, de estar preparado, de tener ya el corazón en lo que va a suceder.

El portero de la casa parece que solo trabaja cuando abre la puerta y el resto del tiempo es tiempo perdido. Jesús propone que el portero esté en disposición de abrir la puerta en cualquier momento, es decir, toda la noche. Está con el corazón en la alegría de la llegada del Señor y con las manos poniendo todo a punto y quizás con la imaginación saboreando ya la fiesta.

Lo imaginamos toda la noche pensando en la llegada, deseándola, adelantando casi la fiesta en su imaginación y corazón. Y mientras hace eso, se va dando cuenta de las cosas que faltan por preparar.

Cuando Jesús manda compartir los bienes y poner la riqueza en el cielo nos está dando ejemplos prácticos con los que vivir ahora como si Jesús hubiera llegado. Esa justicia en el uso de la riqueza nos demande del corazón vivirlo ya hoy.

Quizás está ahí precisamente eso “mucho” que Jesus nos ha dado. Porque nos ha dado la capacidad de vivir aquí y ahora movidos por la forma de vivir que todos tendremos en el Reino.
Porque vivir en esperanza no es vivir expectantes, es más bien, estar en esa disposición que adelante la llegada, porque vive ya ahora como todos viviremos en el cielo