Evangelio
Domingo XX del Tiempo Ordinario

Escrito el 17/08/2025
Agustinos


Texto: Ángel Andújar, OSA
Música: A new day. Mixaund

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.

Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».


Prender fuego a la tierra

Hablar de prender fuego a la tierra en esta época estival, en la que los incendios forestales nos ponen el alma en un puño, puedo sonar un tanto osado. Pero para entender la expresión evangélica tenemos que ir un poco más allá. El fuego es un elemento ambivalente: por un lado quema y destruye, convirtiéndose en signo del conflicto; por otra parte calienta y alumbra, da vida, es más, sin fuego no habría vida.

Por ello, hablar de prender fuego al mundo, ¿significa traer conflicto o traer vida? La respuesta es clara: ambas cosas.

La Palabra de Dios nos habla de algo que nos cuesta aceptar, pero que absolutamente real: la complejidad y conflictividad de la vida. Hay muchas situaciones que nos dejan un tanto perplejos, pues no hay soluciones mágicas, lo aparentemente fácil se vuelve difícil y por más vueltas que le demos a las cosas, no es sencillo articular respuestas adecuadas.

Este pasaje de Lucas nos muestra a Jesús en una actitud diferente a la que nos solemos encontrar en los evangelios, cuando aparece curando, predicando, recorriendo pueblos y caminos con sus discípulos. Habitualmente nos lo imaginamos como alguien afable, de buen humor, paciente... Pero, siendo así, Jesús no era un iluso que viviese en un mundo de fantasía, ajeno a la realidad de las cosas. Él asume que en determinadas situaciones el conflicto es inevitable y lo afronta con firmeza.

Tendemos a pensar que la bondad es neutral y, por consiguiente, que las personas buenas son las que no molestan. Pero esto es un grave error: la bondad genera conflicto porque se opone a todo lo que deshumaniza y se enfrenta a esa fuerza real y palpable que atraviesa el mundo, el mal.

Desde ahí, ¿qué significa prender fuego a la tierra? Que la Buena noticia del Evangelio hace frente al mal de nuestro mundo y, por ello, es conflictiva. Así los cristianos de hoy, como los primeros, sabemos que trabajar por la verdadera paz, no por sus sucedáneos, y que apostar por la autenticidad en la relación con Dios, no manipulando su nombre ni su imagen, puede llevarnos a la ruptura con las personas que más queremos, familia, amigos, compañeros…

Al final, el fuego, la división… son palabras del evangelio de Lucas, que se dirigen a comunidades cristianas en circunstancias dramáticas, comunidades que sufren luchas internas, persecuciones externas… frutos de una sociedad que no admite que se desenmascaren sus engaños y sus propias contradicciones.

Pero ahí está Jesús, asumiendo la realidad conflictiva de la vida. Y seguir a Jesús, ser cristiano, es asumir con él esas dificultades, no rehuirlas, sabiendo que la fe nunca será un camino de rosas. Pero que hay que vivirla con esperanza. La fe trae conflicto, porque la fe trae vida. Como el fuego.

¡Feliz día del Señor!