¿Por que te he abandonado?

Publicado el 05/05/2025
Agustinos


Texto:  José Joaquín Ojea
Música: Bensoundcute

Buenos días, en la liturgia de esta Semana Santa, hemos escuchado la exclamación de Jesús en la cruz “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” que hace referencia al salmo 22.

Sin embargo, Dios no nos abandona nunca… hay una imagen y/o un relato que me acompaña y me gusta desde que lo leí o lo escuché hace ya bastante tiempo… es la imagen de la playa en la que se ve una hilera de pisadas y el personaje del relato venía a recriminar a Jesús, que en esos momentos que estaba mal, Jesús le había abandonado. Y Jesús, le dice, que Él no le había abandonado, sino que esas huellas eran las de Jesús mismo, que estaba llevando al personaje en su espalda.

Por ello, yo me replanteo muchas veces, y reescribo lo que recita el salmo 22 y exclama Jesús en la cruz, por “Dios mío, Dios mío ¿por qué te he abandonado?”

Y sí, yo abandono muchas más a Dios que Él a mi (Él nunca nos abandona). Y seguro que tú también. ¿En qué ocasiones abandonas a Dios?

Yo también me hago esa pregunta. La respuesta sencilla, académica sería cuando no atiendo al hermano que necesita ayuda, o no atiendo al pobre… Pero, para encontrar la realidad de esos momentos tengo que mirar a mi interior… No siempre hay un pobre al que ayudar…

Para encontrar esos momentos en los que abandono a Dios, la primera pregunta que me hago es ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Qué espera de mí?

Dios espera que le ame sobre todas las cosas… que no construya becerros de oro a quien adorar en lugar de adorar a Dios; cuando antepongo otros “dioses” a Dios mismo, soy yo quien está abandonando a Dios. Y “dioses” hay muchos. ¿Qué dioses son prioritarios a Dios en mi vida? O ¿en qué momentos antepongo a otros dioses frente a Dios?

Cuando amas a una persona (o una persona te ama a ti), quieres estar con ella, quieres compartir tu tiempo, tus experiencias, quieres contarle tus sueños, tus necesidades… Pero si no compartes tiempo con esa otra persona, te vas distanciando, y con el paso del tiempo la vas abandonando… Si amo a Dios, quiero dedicarle tiempo, hablar con Él a través de la oración. Si no tengo tiempo para la oración, si no encuentro esos momentos de intimidad con Dios, me voy distanciando de Él, le abandono…

Y cuando soy consciente de lo que he hecho, exclamo lleno de amargura y de arrepentimiento, ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué te he abandonado?