Texto: Pilar Garrido
Música: Acousticguitar
De vuelta a la realidad, después de haber disfrutado de las vacaciones. Este pasado domingo celebrábamos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y ayer Nuestra Señora de los Dolores, María al pie de la Cruz. La importancia que tiene para nosotros los cristianos, que Dios hecho hombre muriera por todos nosotros clavado en un simple madero, pero todo esta incompleto sin lo que vino después pero también sin lo que celebramos al día siguiente de la Exaltación que es Nuestra Señora la Virgen de los Dolores. No es mera casualidad. El Papa Pablo VI da importancia a María en la Historia de nuestra Salvación, ella vive el extremo dolor junto a su hijo. Para él quedaría incompleta nuestra historia si nos quedáramos solo con la Cruz, porque María estuvo ahí, a los pies, en ese momento en el que un hijo sufriendo extremo dolor se acuerda de su madre que está a sus pies sin dejarlo, mirándolo, pero sin poder hacer nada. Ese hijo que le dice que su gran amigo Juan desde ese momento cuidará de ella.
Ella es desde el momento en que acepta llevar en su vientre a Jesús, desde el momento de su Si, una unidad con su Hijo; ella colabora en la redención. Padece el dolor a los pies de la Cruz, pierde a su hijo y sufre en los días de la pasión y muerte. Por eso se la representa con un puñal clavado en el corazón.
En María tenemos el hilo conductor para llegar a su Hijo. Recemos a María como intercesora, ella como madre sufriente conoce nuestro dolor.