Autor: P. Serafín de la Hoz, OSA
Buenos días, compañero
de fatigas y destino.
Toma mi mano, soñemos
con la luz del peregrino.
PEREGRINO ARDIENTE
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El peregrino ardoroso
que en su alma siembra estrellas
no se incomoda en la vida
cuando la ‘humana flaqueza’
con sus leyes naturales
pone el corazón a prueba.
Conoce el refrán que dice: / cuando uno rotura y siembra
con el frío del invierno / vive sereno a la espera
de que en breve el campo abierto / dé frutos de primavera.
Guarda silencio y la calma; / que nadie y nada en la tierra
reprima sus fuerzas vivas / y el calor de sementera,
que acompaña a un alma noble / cuando acepta ‘La Promesa’.
En el camino ascendente
siempre hay una fuente fresca
que consolida inquietudes
para el joven que se esfuerza
por alcanzar altas cumbres
con voluntad y a conciencia.
Arriba, en la cima blanca,
donde termina tu senda,
ya no hay espinas ni abrojos,
ni sombras, sino clemencia
que purifica y te nutre
como al sarmiento la cepa.
La luz que ilumina el alma
en llama de fuerte hoguera
sale al encuentro amoroso
y en alas de luz despliega
su mirada y sus dos brazos
en señal de recompensa.