Texto: Iván Pichel, OSA
Música: Bensound cute
En este tiempo de verano hay elementos que nos gusta tener a nuestro alrededor, ya sea como realidades de las que podemos disfrutar o bien como imágenes recurrentes que ayudan a reforzar esa idea general que tenemos de la estación calurosa. Sea la playa, una barbacoa, una acampada, la siesta a la sombra, el atardecer compartido… y también el chiringuito.
Es el chiringuito quizá lo que mejor resume nuestra idea de verano: algo provisional, con mucha capacidad de atracción, hecho para disfrutar y que luego está presente en nuestra memoria como algo que nos alivia el día a día. Debemos intentar que nuestro tiempo de verano no esté hecho de cosas excepcionales o provisionales, sino que haya ciertas presencias que son firmes, seguras estables. Que no sea algo extraordinario tener tiempo para leer, o para dedicar a los amigos, o para sacar tiempo de calidad en familia… incluso para el propio Dios. Que no convirtamos nuestra propia vida en un chiringuito al que acudimos a refrescarnos como algo excepcional y que al final de las vacaciones o en otoño recordamos como algo que estaría muy bien recuperar y vivir.
Dios hoy nos recuerda que siempre está con nosotros. Que nos invita a vivir con confianza nuestra entrega a él, desde nuestra sencillez y fidelidad. Estaría bien que también en verano fuera nuestra roca firme, nuestro oasis permanente y nuestro descanso constante.