Texto: Joaquín Ojea
Música: Canto Taizé
Buenos días, Señor, por favor no apartes tu vista de mí, no lo podré soportar…
Por favor no apartes tu rostro de mi rostro…
Sabes que sin ti nada soy, y a pesar de eso, te fallo tantas veces… a ti que conoces mi debilidad, levanto mi oración.
Aquí estoy, a los pies de tu cruz, aunque no soy digno de todas las cosas que has hecho y haces por mí, yo que tantas veces antepongo otros señores a ti, antepongo al señor del egoísmo, antes que el darme a los demás; antepongo al señor del consumismo antes que el compartir; antepongo al señor de la ostentación y del postureo antes que la sencillez de vida…
No seas duro Señor conmigo y no apartes tu rostro de mi… Escucha mi oración, mi humilde oración, la que en tantas ocasiones no hago, porque no me acuerdo de ti.
Gracias Señor, porque has elevado mi oración a Nuestro Padre que está en el cielo… Por tu bondad, por tu gran corazón, me siento querido, afortunado de tenerte a mi lado, que escuches a mi corazón…
Gracias de todo corazón, porque, a pesar de que en muchas ocasiones no te rezo, porque a pesar de todas las veces que te fallo, porque a pesar de todas las veces que me olvido de ti, Tú aún así me amas, y sabes que te amo, no como tú quisieras.
Ahora, puedo continuar con mi día, sabiendo que Tú estás conmigo que me acompañas. Y con esta emoción puedo decir Jubilate Deo omnis terra