SÁBADOS DE RELECTURA

Publicado el 04/05/2024
Agustinos


Hace una tarde gris, monótona. Cae una lluvia menuda, incesante, interminable. Las calles están desiertas. De cuando en cuando suenan pasos precipitados sobre la acera, y pasa un labriego envuelto en una manta. Y las horas transcurren lentas, eternas…

Yuste y Azorín no han podido esta tarde dar su paseo acostumbrado. En el despacho del maestro, hablan a intervalos, y en las largas pausas escuchan el regurgitar de las canales y el ruido intercadente de las goteras… Una hora suena a lo lejos en campanadas imperceptibles; se oye el grito largo, modulado, de un vendedor.

Azorín observa:

—Es raro como estos gritos parecen lamentos, súplicas… melopeas extrañas…

Y Yuste replica:

—Observa esto: los gritos de las grandes ciudades, de Madrid, son rápidos, secos, sin relumbres de idealidad… Los de provincias aún son artísticos, largos, plañideros… tiernos, melancólicos… Y es que en las grandes ciudades no se tiene tiempo, se quiere aprovechar el minuto, se vive febrilmente… y esta pequeña obra de arte, como toda obra de arte, exige tiempo… y el tiempo que un vendedor pierda en ella, puede emplearlo en otra cosa…

José Martínez Ruíz, Azorín. La voluntad