Tres categorías de personas

Publicado el 09/04/2025
Agustinos


Texto:  Santiago Alcalde, OSA
Música: Acousticguitar

A las personas, por cuestión útil y práctica, solemos dividirlas en muchas categorías: mujeres y hombres; buenos y malos; inteligentes y tontos; pobres y ricos; pacíficos o violentos… Las categorías, con las que las separamos a las personas, son inmensas y dependen, en gran parte, de cada uno y de su forma de ser y pensar.

Normalmente no dividimos a las personas por su conciencia, sin embargo este es un punto que creo importante a tener en cuenta para comprenderlas y entenderlas mejor en su realidad vital. Desde la conciencia yo clasifico a las personas en tres categorías,

Están aquellas personas cuya conciencia es casi nula. Ignoran la dignidad de la vida. Desprecian la existencia de un mundo futuro más allá de este. Prescinden de Dios y de todo lo religioso. Reducen su vida al aquí y ahora mismo y emplean su existencia cada día en la pura banalidad, sin grandes ideales, sin impulsos, sin horizontes…

Están también las personas cuya conciencia es falsa, mezquina, camuflada. No perciben el sentido de los acontecimientos y de las cosas cotidianas. Para entenderlo, una conciencia falsa y camuflada es la de Poncio Pilato que, mientras Jesús es crucificado con dos delincuentes, mantiene una controversia con los judíos respecto a la inscripción que ha puesto en la cruz (cf. Jn 19,17-22). Toda la pasión de Jesús está llena de contraposiciones entre el misterio que se cumple en la dignidad de su conciencia y las miserias que, en cambio, por falsas o frustradas conciencias humanas, degeneran en torno a la cruz.

Está también la conciencia auténtica, de la que Jesús da un gran ejemplo grandioso a lo largo de toda su vida. Está la conciencia admirable de la Virgen María en su canto del Magnificar en donde dice: “el Poderoso ha hecho grandes cosas en mí”. Tener una conciencia auténtica es sentir y vivir la alegría de ser como se es por gracia de Dios. Y eso hacerlo tanto en las grandes como en las pequeñas realidades. Las pequeñas cosas se viven con horizontes inmensos y las grandes con la sencillez de las flores, de los pájaros, de los niños.

Acercándonos a la Semana Santa piensa, por un momento, en cómo es tu conciencia. En qué categoría te sitúas, te mueves y vives.