Cuando Péguy hace reflexionar a la Virgen sobre las raíces de la muerte de su hijo, pone en los labios de María estas palabras:
Ella ya se lo había dicho a José:
«Esto acabará mal».
¡Habían sido tan felices treinta años! Pero eso no podía durar. No podía acabar bien. Por lo pronto, él se hacía demasiados enemigos y eso no es prudente. Los enemigos que uno se hace acaban por encontrarse siempre. Y él había molestado a demasiada gente. A la gente no le gusta que la molesten. ¡Qué lástima ¡Una vida que había comenzado tan bien!
Es cierto: la vida de Jesús estuvo dominada por el horizonte de la muerte precisamente porque estuvo rodeada de amenazas, porque entorno a él fueron creciendo sus enemigos y no dejó de aumentar la hostilidad de éstos. Se amontonó demasiada paja durante su vida para que no llegara un día en que saltara una chispa y toda ella ardiera.
José Luis Martín Descalzo., Vida y Misterio de Jesús de Nazaret.