“Existe entre los hombres esta gran cuestión: ¿puede el hombre ser feliz y mortal? Algunos, rebajando su propia condición, negaron al hombre la capacidad de ser feliz mientras vive sujeto a la mortalidad; otros, en cambio, considerándose superiores, se atrevieron a afirmar que si poseen la sabiduría, pueden los hombres ser felices”. (La Ciudad de Dios).
No me es ajeno lo humano
ni en el cuerpo ni en el alma;
salí llorando del seno
y en la vida vertí lágrimas.
Arrugas tengo en las manos,
peino en el cabello canas;
a veces fui llama inquieta,
juego de ilusiones vanas.
Seguí en la vida un camino,
una senda perfilada;
personas que iban conmigo
tristeza y gozo mostraban
como los mostraba yo
por más que disimulara.
Aunque la vida es fatiga,
momentos hay de algazara;
esta es la usada moneda
con su cruz y con su cara.
En horas de reflexión
-soliloquio con el alma-
siempre he escuchado una voz
serena, tranquila, clara
que a mí mismo me decía
a qué horizonte mirara:
al que se abre al cielo azul,
a la inmensidad sagrada.
Nazario Lucas Alonso