Texto: José María Martín, OSA
Música: A new day. Mixaund
En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación.
El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron:
«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».
Él les contestó:
«Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron:
«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».
Porque eran unos cinco mil hombres.
Entonces dijo a sus discípulos:
«Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».
Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos.
Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.
Celebramos la fiesta de Corpus Christi. El relato evangélico de hoy tiene un significado profundamente eucarístico. Después de alimentarse del "pan de la Palabra", la multitud se alimenta del "pan de la Eucaristía". El hambre de verdad y plenitud sólo puede saciarla Dios. Él nos da el pan de vida eterna. La Eucaristía más que una obligación es una necesidad. Aquí venimos a saciar nuestra hambre, a celebrar nuestra fe, a saciarnos de los favores de Dios. Seríamos necios si no aprovecháramos este alimento que nos regala. Vivamos con intensidad cada gesto, cada palabra de la Eucaristía con actitudes sinceras de agradecimiento, alabanza, perdón, petición de ayuda y ofrecimiento de nuestra vida. ¿Hay algo más maravilloso en nuestro mundo?
Un texto cargado de simbolismo. El milagro de la multiplicación de los panes está en los cuatro evangelistas. El número de cinco panes y dos peces significa la plenitud del don de Dios. Las “doce canastas” de sobras significan la superabundancia de los dones de Dios. El número de 5.000 comensales representa simbólicamente una gran muchedumbre. Los apóstoles, acomodando a la gente, repartiendo el pan y recogiendo las sobras, representan a la Iglesia, dispensadora del pan de los pobres y del pan de la Palabra y la Eucaristía.
El gran milagro es el del “compartir” los dones que Dios nos ha dado. Los pastores de la Iglesia hemos de dar ese pan y ayudar a compartirlo. Debemos ayudar a que llegue a todos el pan que acaba con el hambre del cuerpo, y el pan de la palabra y la Eucaristía, que es capaz de saciar el hambre más existencial del hombre. La lacra del hambre es consecuencia de nuestro pecado, pues Dios ha puesto los bienes del mundo al servicio de todos, no de unos pocos. Nosotros podemos saciar el hambre, Jesús nos lo pide: "Dadles vosotros de comer". Nos lo recuerda Cáritas, en este “día de Caridad”: “Allí donde nos necesitan, abrimos caminos de esperanza”. En este milagro de la multiplicación de los panes se ven como diseñadas las tareas pastorales de la Iglesia: predicar la palabra, repartir el pan eucarístico y servir el pan a los pobres.