Miércoles XIII Tiempo Ordinario

Escrito el 02/07/2025
Agustinos


Texto: Jesús Baños,  OSA
Música: A new day. Mixaund

En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos.

Desde el sepulcro dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.

Y le dijeron a gritos:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?».

A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron:
«Si nos echas, mándanos a la piara».

Jesús les dijo:
«Id».

Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y se murieron en las aguas.

Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.

Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.

 

El mal vive en las regiones de muerte y causa miedo con su furia. Los del evangelio son dos endemoniados de Gerasa, pero de esto hay mucho en nuestro mundo, entre nosotros: el odio, la mentira, la violencia, la injusticia; también el demonio haciendo de las suyas entre nosotros. En definitiva, mal que oscurece el corazón, deshumaniza, genera muerte…

Pero Jesús está con nosotros. Nunca nos deja solos frente al mal. Y como en el evangelio su palabra tiene la autoridad para vencer a todo ese mal, para alejarlo de nosotros, para mantenerlo allí donde puede estar sin matar ni asustar: lejos de lo humano.

De nuestra parte lo que nos queda es no ser “gadarenos”, es decir no anteponer otros intereses a la liberación del mal. Los cerdos, el negocio, puede ser importante, pero vivir liberados lo es muchísimo más. A veces estamos en eso: en quedarnos con lo nuestro, aunque nos mate y rogando a Jesús que se vaya o que no se acerque, aunque en él tengamos la vida. Y lo vemos “antes de tiempo”; lo vemos ya, no hay que esperar.