Miércoles XIV Tiempo Ordinario

Escrito el 09/07/2025
Agustinos


Texto: José María Martín,  OSA
Música: A new day. Mixaund

En aquel tiempo, Jesús, llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.

Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos»

 

Jesús elige a doce apóstoles, los elige para una misión, para una tarea. Sabemos sus nombres, eran importantes para los primeros cristianos que recogieron sus nombres, y también lo son para nosotros, son ejemplo de seguimiento y de misión. Aparentemente no tenían grandes cualidades, pero el Señor se fija en ellos. La misión es anunciar, es tarea. Elegidos no para un cargo sino para una misión.

Son enviados, "Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos". No tienen que hablar de ellos o lo importantes que son, sino de la cercanía del reino. Su misión es dar continuidad al anuncio de Jesús de la venida del reino, es decir, de un nuevo orden de las cosas, una manera nueva de entender las relaciones entre los hombres y mujeres de este mundo, una propuesta de colocar a Dios como protagonista de esas relaciones, de esa organización. Él es el importante en este proyecto, un proyecto que Él tiene para la humanidad, ser un reino donde el hombre y la mujer de este mundo son el centro. Este proyecto, el reino, propone y crea una manera de relacionarnos, ser hermanos, la fraternidad. Los apóstoles son importantes por su misión, la que Él les encomienda, esto les determina para siempre, a ellos y a sus sucesores.

Primero les da autoridad, después los envía a proclamar el reino de Dios, curar enfermos, transformar la realidad. Nunca solos, siempre con Él. Nunca con miedo, siempre a su lado. No necesitamos casi nada para el testimonio y la misión, sólo a Él. La tarea es transformar, curar, cuidar, amar, llenar de dignidad. Tenemos que salir de nuestra pequeña zona de confort y patear las calles ofreciendo el testimonio de la fe, el testimonio de nuestro seguimiento. Tenemos que hacerlo con la verdad de un estilo de vida, de una propuesta firme y concreta de poner en medio y en el centro de nuestra vida al otro. Solo necesitamos la vida para darla, las manos para abrazar, el corazón para sentir el dolor del otro, la confianza para perseverar e insistir en la misión. Él nos guiará. Habrá rechazos, habrá malos momentos... pero hay que seguir, levantarse, mirar hacia adelante y dar testimonio.