Miércoles XXIV del Tiempo Ordinario

Escrito el 17/09/2025
Agustinos


Texto: Jesús Baños, OSA
Música: A new day. Mixaund

En aquel tiempo, dijo el Señor:
«A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?

Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
“Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».


Lloro o bailo, pero sin un motivo verdadero. Nada me viene bien. Solo lo que yo quiero. Esto se refleja como denuncia en las palabras del evangelio de hoy. No importa si el mensaje vine de Juan o de Jesús. Ninguno es escuchado. Y tanto para no escuchar uno o no escuchar otro hay excusas.

Y es que no escuchamos de verdad. Nuestra escucha es superficial, como la de los niños que bailan o no se lamentan con independencia de la música que suene. Y el mensaje de Jesús, en la línea, pero distinto que el de Juan, no se puede escuchar superficialmente. O se escucha a fondo o es como no escucharlo. Y es curioso, pero eso les pasa a los sabios, a los entendidos; y a nosotros cuando vamos de sabios y entendidos. Los sabios son los que escuchan a fondo, los que no se quedan en rumores superficiales. Y esos dan la razón al mensaje.

Con una escucha superficial, cuando vamos de sabios, podemos perdernos el mensaje, se nos puede pasar de largo la Buena Noticia. También el estar atentos a demasiadas cosas nos impide escuchar bien.

Seamos como niños, pero no como los niños cuando juegan en la plaza sin interesarse a fondo en nada.

¿Dónde estamos nosotros? ¿Somos felices en la pobreza, en el llanto, en el hambre y, en la incomprensión y el rechazo por causa del Evangelio?