"Voto de obediencia religiosa"
Los religiosos agustinos emiten tres votos dentro de la Orden de San Agustín: el de castidad, el de pobreza y el de obediencia. En nuestro espacio agustiniano de “Sabías que…”, ya hemos hablado del voto de castidad y del de pobreza, así que hoy nos toca conversar un poco del voto de obediencia.
Para San Agustín, la obediencia es siempre un acto de amor. Así, por la obediencia religiosa, el agustino ofrece a Dios la entrega de su propia voluntad, y se une a la voluntad de salvación de Dios, imitando más plenamente a Cristo, que por la humanidad se hizo obediente hasta la muerte (Flp 2,8).
Movidos por el Espíritu Santo, los religiosos agustinos obedecen, por amor, a los Superiores y son orientados por ellos al servicio de todos los hermanos y hermanas en Cristo, como el mismo Cristo.
Esta obediencia, apoyada en la fe, robustecida por la humildad y por la entrega de sí mismo, es expresión eficaz del amor a Dios y al Superior, y es perfección y no pérdida de la libertad.
Por eso, la Regla de san Agustín exalta la dignidad de la obediencia, al invitar a los religiosos a obedecer “no como siervos bajo la ley, sino como personas libres bajo la gracia".
Esta libertad bajo la gracia encuentra amplio apoyo cuando, la autoridad y el que obedece, llegan a ser tales/, que fomentan las mutuas relaciones y se deciden las cosas con un espíritu de común discernimiento, corresponsabilidad y diálogo fraterno por parte de todos, buscando siempre la voluntad de Dios.
(Constituciones 74)