“Entonces me dirigí a todas las cosas que rodean las puertas de mi carne: ‘Habladme me mi Dios, ya que vosotras no lo sois’… Pregunté a la mole del universo acerca de mi Dios, y me respondió: ‘Yo no lo soy. Él ha sido quien me ha hecho’”. (Conf. X, 6, 9).
El cielo,
la tierra
y cuanto hay en ellos
me dicen, Señor,
que te ame;
y no cesan de decirlo
a todo humano
viajero.
¿Qué es lo que amo cuando te amo?
¿Te amo a Ti o a la imagen del espejo?
No es perfume de flor,
ni música en acorde perfecto,
ni aromático ungüento,
ni el maná,
ni la miel,
ni la suavidad de los miembros…
Todos me dijeron:
‘’No somos tu Dios”.
Y pensé que mi Dios tiene que ser más perfecto.
Pero…
huelo con la flor,
con la música rezo,
con la miel me alimento…
Me hacen pensar
que Tú estás en ellos.
Pregunté al viento,
al sol,
a la luna,
a todo el firmamento.
También me dijeron
que Tú no eres ellos.
Pienso,
reflexiono,
con calma admiro
tanto portento.
Busco,
pregunto…
y escucho un clamor inmenso:
“nosotros no somos Dios;
Él nos ha hecho”.
Entro en mí,
me pregunto quién soy yo,
y me veo
con grandes ideales
y a la vez me veo
muy pequeño
e
imperfecto.
Nazario Lucas Alonso