Este convento pertenecía a la parcialidad de Valencia, dentro de la Provincia Agustiniana de la Corona de Aragón, de la que también formaban parte Aragón, Cataluña y Baleares. En su primera época se denominaba del Socorro y estaba incluido en la provincia de Cerdeña, junto alguno más de Valencia y Baleares, hasta que todos pasaron a la Corona de Aragón. Con posteridad pasó a llamars de San Sebastián.
A pesar de que los agustinos apelaban a una fundación muy antigua y legendaria, anterior a la invasión árabe, el convento fue establecido en la localidad en 1514, gracias al fundador de varios conventos de la zona, que era Fr. Juan Exarch, fundador también del Socorro de Valencia. Estaba situado en la primera época a las afueras de la población hasta el siglo XVII. Será en 1617 cuando abandonen la primera ubicación por ser un lugar solitario y se trasladen al interior, ocupando el colegio de notarios de la ciudad y cerca de la población de la ciudad, con las ventajas que esto traía de cercanía a los fieles, aunque, como sucedía con frecuencia, eso supo pleitos y roces con otras instituciones religiosas ya establecidas, sobre todo con los dominicos.
Una vez instalados en precario en unas casas compradas, comenzó la construcción del convento en unos inmuebles aledaños, aunque con mucha lentitud por falta de fondos para ello. En 1657 llegó Fr. Agustín Antonio Pascual, que estableció la observancia conventual y dio un gran impulso a las obras, al ser nombrado prior del mismo. Desde ese momento se va a construir el nuevo refectorio, dormitorios, escalera principal y el magnífico claustro, que sostenía el piso superior con columnas entre pilastras dóricas y que ha llegado hasta nuestros días. La segunda obra necesaria para los agustinos era la construcción de un templo cualificado y acorde a sus expectativas. Para ello se contrató los servicios de un arquitecto de prestigio, que debió ser Joan Blai Aparici, el más famoso de la ciudad.
La iglesia era de cruz latina, cubierta con bóveda de cañón dividida con lunetos y las capillas laterales abiertas a la nave central por arcos de medio punto. En varias de esas capillas se enterraron personas pudientes de la ciudad. Al fondo se situaba el coro que ocupaba los dos tramos de la nave central. En el crucero se colocó la cúpula sobre pechinas. El interior de la iglesia era bastante austero en cuanto a la decoración. En el exterior se colocó una portada principal con pilastras y entablamentos. Al lado se construyó la torre de dos cuerpos, el inferior liso y el superior decorado con pilastras, que se derrumbó en el siglo XX. A principios del siglo XVIII el conjunto estaba terminado, aunque quedaban algunos elementos y abundantes deudas.
El convento, como toda la ciudad, sufrió su destrucción por el fuego, por parte de Felipe V, al considerar traidora a la ciudad por haber apoyado al archiduque Carlos en la Guerra de la Sucesión, siendo expulsados sus habitantes a una colonia cercana en 1707 que pasó a llamarse San Felipe. Posteriormente se reconstruyó el convento y volvieron los agustinos, aunque de nuevo fue invadido por las tropas francesas que expulsaron a los frailes y causaron serios destrozos. Volvieron a abandonar el claustro en 1820 y definitivamente en 1835.
Este convento de San Sebastián de Játiva era casa de estudios y contaba con más de veinte religiosos. Impartían estudios de Filosofía y Moral y tenía presentado de púlpito. Entre sus tesoros destacaba el coro construido en el siglo XVIII y la biblioteca. Se conserva el magnífico claustro y hoy es sede de la UNED.
Ver A. Ag. 2221, p. 277 – 300.
Vicente Gabriel Pascual Montell, “El Arquitecto mossen Joan Blai Aparici y la iglesia de San Sebastián de los agustinos de Xativa (1697 – 1702)
Fr. Ricardo Paniagua