Píldoras de San Agustín

Escrito el 09/06/2025
Agustinos


 

¡Hola, qué tal, cómo estás!

Este domingo pasado hemos terminado el tiempo pascual con la celebración de la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos de Jesús.

De esta manera, contando con el Espíritu Santo que es: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, Jesús envía a sus seguidores a anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios a todas las criaturas del mundo.

Sí, a todas, sin distinción de raza, lengua, pueblo o nación. Para ello el Espíritu Santo les dará las palabras adecuadas y así todos podrán recibir la buena noticia. Aunque hablen diferentes idiomas, el mensaje del Reino de Dios va directo al corazón.

Porque en lo profundo del corazón de todo ser humano existe la posibilidad de conocer, sentir y amar a Dios. En nuestro interior más personal existe la inquietud por encontrar la verdad, el amor, el sentido de la vida. 

Ahora bien, para poder llegar a conocer, invocar, alabar a Dios desde lo profundo del corazón es necesario encontrarse con él, conocerle, que alguien hable, cuente, narre cosas sobre Él. Se suele decir que la fe entra por el oído. Pues es verdad, y así lo expresa Jesús en esta fiesta de Pentecostés al enviar a sus discípulos a predicar, y así lo experimenta también San Agustín. 

“Nos has creado para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti. Concédeme, Señor, conocerte y saber si primero se debe invocarte o alabarte, antes de conocer o invocar ¿Cómo podrán invocarlo sin antes haber creído en él? ¿Cómo podrán creer, sin haber oído hablar de él? Alabarán al Señor aquellos que lo buscan”.

(Confesiones 1,1)

Oración:

“Que yo te busque, Señor, invocándote y te invoque creyéndote.

(Confesiones 1,1)