Orando con San Agustín

Agustinos


 

La vida del hombre es, pues, feliz cuando goza de la virtud y de los demás bienes del alma y del cuerpo, sin los cuales no puede subsistir la virtud”. (La Ciudad de Dios, XIX, III, 1)… “Este es el grito primero y supremo de la naturaleza: que el hombre se ame a sí mismo y huya, como consecuencia, naturalmente la muerte”. (La Ciudad de Dios, XIX, IV, 5).

La luz se está apagando al otro lado

de aquel cerro. Quiere la neblina

presentarse temprana, mas declina.

El sol otoñal descansa acostado.

Siento ahora mi pecho relajado,

como ese peregrino que camina

sublimando el dolor que da la espina

clavada en el zapato ya gastado.

Pienso. Miro atrás. No hay recuerdo verde,

no atisbo primavera que recuerde.

Frágil el corazón. No quedan brasas.

Mis manos y mis pies rezuman frío.

Aparece la niebla allá en el río

y tú, vida otoñal, conmigo pasas.

                        Nazario Lucas Alonso