Beatos Clemente de Ósimo y Agustín de Tárano. 19 de mayo

Agustinos


Son dos beatos italianos, nacidos en el siglo XIII, que tienen una especial importancia en la historia de la Orden de San Agustín. Ambos desempeñaron el cargo de Superiores Generales y a ellos se debe la redacción definitiva de las Constituciones del año 1290, también conocidas como Constituciones de Ratisbona. Clemente de Ósimo se distinguió por su pobreza, su benignidad y su amor a la Orden. Agustín de Tarano por su humildad y el amor a la contemplación.

Clemente, llamado de Ósimo por su lugar de origen, na­ció en los primeros años del siglo XIII. Fue General de la Orden en cuatro ocasiones: primero en 1271, elegido nuevamente en 1287, en el Capítulo de Florencia y, finalmente, en el Capítulo de Ratisbona de 1290. Murió con fama de santidad en Orvieto, el 8 de abril de 1291. Sus restos se conservan desde 1970 en la capilla de la Curia General de la Orden de San Agustín, en Roma.

Desarrolló una gran labor en la promoción de la cultura creando los estudios generales de Roma, Bolonia, Padua, Nápoles y París. Fundó conventos femeninos, cuidó la observancia religiosa e impulsó la devoción a María en la Orden.

Agustín de Tarano, nació hacia el año 1240. Concluidos los estudios jurídicos en la Universidad de Bolonia, se dedicó un tiempo a la vida política en la corte del rey Manfredo de Sicilia. Después de algunos avatares, llegó al convento de Rosia, próximo a Siena, e ingresó en aquella comunidad de agustinos como hermano no clérigo, ocultando su cultura y su posición social. Con ocasión de un pleito contra el convento, redactó una memoria en la que quedó patente su ciencia jurídica.

Llamado a Roma por el Prior General Clemente de Ósimo, poco tiempo después recibió el sacerdocio y el papa Bonifacio VIII lo nombró Penitenciario apostólico y confesor suyo. En este oficio estuvo al servicio de otros papas.

Experto canonista, fue elegido General de la Orden en el Capítulo de Milán de 1292. Presentó la renuncia al gobierno de la Orden el año 1300 y se retiró al convento de San Leonardo, cerca de la ciudad de Siena, para dedicarse a la contemplación.

Las conocidas como Constituciones de Ratisbona han estado vigentes, con ligeros retoques, hasta el siglo XVI. Son las primeras Constituciones agustinianas que guiaron la vida religiosa agustiniana.

Clemente XIII confirmó el culto de ambos beatos.