...Y la luz existió

Publicado el 17/08/2021
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Autor: P. Agustín Alcalde, OSA

… y la luz existió

 

¡BUEN DÍA!

Si abrimos la Biblia, justo al comienzo, el libro del Génesis nos dice así de optimista: “Dijo Dios: “Que exista la luz. Y la luz existió” (Génesis 1,3).

¿Es esta afirmación una añoranza, ahora que la factura de “la luz” ha subido tantos banzos en la escalera o escalada de los precios y los gastos?

 

Si seguimos leyendo en la Palabra de Dios, así nos habla el Señor-Jesús: “Yo soy la Luz del mundo… la luz de la vida” (Jn 8,12). Ahora que se nos oculta y apaga la verdad, la luz de la inteligencia, la única luz y sueño de los pobres y parece que se alían todos “los malos” para hundir al justo.

¿Es ésta una verdad tan grande como un cielo abierto y brillante en el cénit del mediodía?

Siempre hay una luz por descubrir en cada uno de nosotros aunque nos imaginemos tan inteligentes que carecemos de dudas y del miedo de los ignorantes, aunque leamos y pensemos tanto que se nos olvide que, como la yerba que se seca al sol, se apaga también la brisa que nos regala el amanecer cuando se disipa.

Siempre amanece a pesar de nuestro sueño, porque la luz es gratis para el vidente, como impagable e imposible para el ciego.

La luz es el gran misterio del mundo, el gran escenario de la felicidad y el infinito.

Cuando llega la noche y con ella el miedo de la oscuridad, solo hay que esperar… y la luz llegará de nuevo con el día que nace. Aunque se alíen las tormentas del verano, los eclipses… siempre hay un “después”; para el enfermo y el sano, el optimista y el afligido.

Nos dijo Pierre Theilhard de Chardin en 1933 en “El significado y el valor constructivo del sufrimiento”:

El sufrimiento humano, la totalidad del sufrimiento expandido, cada instante, sobre la tierra entera, ¡qué océano inmenso!, ¿de qué está hecha, formada esta masa,… de negrura, de lagunas, de pérdidas? No, de “energía posible”.

Encender la pequeña luz de la fe que hay en todo ser humano, en todos los momentos incluso de angustia y desamparo, nos construye y alimenta de esperanza posible: como LUZ que se encierra en el valle y la montaña, la ciudad y el pueblo sencillo. Donde viven los humildes y frágiles esclavos de le mentira.

¡Que exista a luz!, decimos casi rezando: Y la luz existió arropada de esperanza al amanecer.