Autores: Curri Ruiz y Quique Infante
Hoy es San Enrique
Independientemente de que tengamos alguna relación con este santo o no, siempre podemos recurrir al santo del día. Nuestros mayores ya nos lo decían cuando veían que algo se nos estaba atascando: “Pídeselo al santo del día”.
Es una forma muy sencilla y a la vez muy clara de lo que significa la Comunión de los Santos. Lo decimos todas las semanas cuando rezamos en la parte final del Credo de la Misa: “Creo en la Comunión de los Santos”.
La Comunión de los Santos tiene un doble significado. Por un lado, la unión entre las cosas santas y la participación que juntos hacemos en la Iglesia de los bienes espirituales. Por otro lado -en el que nos estamos centrando en la reflexión de hoy- la comunión entre las personas santas.
El Catecismo de la Iglesia Católica es clarísimo al hablar de ello. Nos dice literalmente: “El menor de los actos de un cristiano hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos. También todo pecado daña a esta comunión.”
Vivos y muertos… es decir, los miembros de la Iglesia de la Tierra y los que ya han triunfado en su camino: los que tienen la inmensa alegría de estar en el Cielo en compañía de Dios.
Así, todos los cristianos estamos unidos; rezamos e intercedemos unos por otros, cuánto más con nuestros santos.
¡Qué bonito es pensar que mientras nosotros rezamos y ofrecemos sufragios por nuestros seres queridos fallecidos, ellos desde el Cielo están preocupados por ayudarnos!
Qué esperanza nos da pensar en ese padre que aunque se haya ido nos sigue cuidando desde el Cielo.
Qué tranquilidad y qué alegría cuando pensamos que una intención depositada en las manos de nuestra abuela del Cielo es una intención que le llegará con más fuerza al Señor.
Pedir intercesión en nuestras intenciones y rezar por ellos es fundamental. A nuestros santos conocidos o a los del santoral. Pero no dejar de rezar por ellos.
Lo dicho, hoy toca pedirle a San Enrique que nos ayude.
¡Buenos días!