Semana Agustiniana

Publicado el 09/11/2021
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Semana Agustiniana

Autor: Joaquín Ojea

En la pasada asamblea de Pastoral que tuvo lugar el 2 de octubre, entre muchas de las cosas interesantes que se comentaron allí, una de ellas, que siempre he tenido en mente es la falta de oración, de interioridad…

Releyendo a Max Thurian, escribió en 1961 en su libro “El hombre moderno y la vida espiritual” una serie de reflexiones que son de actualidad, incluso 50 años después….

En un mundo donde los hombres y mujeres tenemos un montón de estímulos, un montón de distracciones, de ocio y en el que el trabajo ocupa una gran parte del tiempo de la vida diaria, ¿cuándo encuentra el hombre el momento para la oración y la contemplación?

Max Thurian escribe que “es urgente que la Iglesia enseñe a sus fieles a vivir la Palabra de Dios, a contemplar a Cristo, en medio de la lucha en el mundo” y afirma que “es éste el objeto de una ascesis cristiana moderna”.

Es necesario quitar de la mente que la vida contemplativa constituye una condena de la vida activa. ¿Dónde encontrar el equilibrio?

¿Cómo encontrar esos momentos de encuentro personal y comunitario con Cristo resucitado en un mundo que puede ocupar todos nuestros momentos de ocio y trabajo? Este es el problema del tiempo, el problema más acuciante… parece que el hombre moderno “no llega a organizar su tiempo”. La organización del tiempo debe “tener en cuenta las exigencias del trabajo” y “situar la oración en el corazón de la actividad humana”. Yo añadiría una tercera variable en esta ecuación: el ocio.

Pero, si incrustamos la oración en el corazón de la actividad humana, ¿cuándo o dónde encuentra el hombre de hoy la soledad y el silencio (inherentes a la contemplación)? La verdad es que es difícil encontrar esos momentos de interioridad, de silencio, de contemplar a Dios… en una palabra la meditación…

Hay muchos tipos de ruidos… el ruido de la actividad diaria, el ruido de los coches, de la radio, de la televisión, el de los móviles… y el ruido de la falta de disposición psicológica al silencio y a la interioridad…

Quizá sea este el mayor de los problemas… quizá buscamos excusas fuera cuando la excusa es interior…

Max Thurian escribe “el cristiano de nuestro tiempo, en el mundo del trabajo y de la tecnología tiene el deseo de nuevas directrices para organizar los valores de su vida espiritual, para aprender a rezar y a contemplar a su Señor en el combate de la vida moderna”.

La Iglesia (y por ende todos y cada uno de nosotros) debe guiar a su rebaño para que los hombres y mujeres de hoy aprendan a organizar su tiempo, y pongan a Cristo en el escalón más alto.