---- Si caminas en una tormenta, mantén la cabeza bien alta y no temas a la oscuridad. Al acabar la tormenta hay un cielo dorado y el dulce canto de los pájaros. Camina a través del viento Camina a través de la lluvia Aunque revienten tus sueños… Camina, camina con esperanza en tu corazón. Y nunca caminarás solo; Nunca caminarás solo… ---- Si fueras un jugador del Liverpool y estuvieras a punto de saltar al césped de Anfield escucharías a más de 50.000 personas animándote a voz en grito de esta manera. Gritando que ellos estarán en la grada para apoyarte si el partido se pone mal. Que ellos te llevarán en volandas cuando las cosas se pongan feas en el terreno de juego. Que nunca caminarás solo. ¡Qué chute de energía tiene que ser! Da igual que lo escuches mil veces. Después de oír esa canción es imposible que salgas a jugar el partido sin ganas. Vamos a hacer ahora un ejercicio que te llenará de esperanza: Imagina que no eres un jugador del Liverpool, sino Juan, Pepe, María o Isabel, desperezándote por la mañana y pensando en la cantidad de rivales a los que te vas a enfrentar ese día: el trabajo que tienes que entregar, los problemas de tus niños, tus padres mayores, ese jefe que te estresa, los familiares que necesitan tu ayuda, un gasto inesperado, la maldita pandemia que no te deja respirar, la cantidad de proyectos que querrías poner en marcha cuando tengas un ‘ratito’… Y te ves solo, camino de la ducha mañanera, pensando que no sabes de dónde vas a sacar las fuerzas para tanta batalla. Es el momento de acordarte de alguien que desde mucho antes que nacieras ha estado contigo, cantándote al oído “nunca caminarás solo”. Aunque a veces no te acuerdes de él, aunque no le hagas mucho caso, él siempre está contigo. No son 50.000 fans con camisetas rojas. Es mucho mejor. Es tu ángel de la guarda. El tuyo, el que está contigo noche y día, pendiente de lo que puedas necesitar. ¿No te acuerdas de esa preciosa oración que te enseñó tu madre de pequeño? Decía: “Ángel de la Guarda, dulce compañía: no me desampares ni de noche ni de día; no me dejes solo, que me perdería”. No es una oración infantil. Es una petición de ayuda en toda regla para aquellas personas que en ese momento necesitan alguien en quien apoyarse. ¡¡Y lo tienes siempre contigo!! ¡¡Y es un ángel!! ¿Cómo no te va a ayudar? Te invito a una práctica muy sencilla. Ponle nombre, imagínale una cara y una voz. Y no te olvides nunca de que está contigo, especialmente al arrancar el día. Háblale; pídele ayuda en todo lo que necesites y dale las gracias cuando te la dé. Mantén una relación estrecha con él y verás cómo “nunca caminarás solo”. Buenos días a todos (y en especial a vuestros ángeles de la guarda, que nos estarán escuchando ahora)
Nunca caminarás solo
Publicado el 18/01/2022
03:47 min. | 43 visualizaciones
Título: Nunca caminarás solo
Autor: Enrique Infante