SÁBADOS DE RELECTURA

Publicado el 10/07/2021
Agustinos

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EL PLACER DE SERVIR

Me gusta pensar en el servir como una virtud o, si quieres, un valor que busca ayudar ante cualquier necesidad que puedan tener  los demás. Servir nos ayuda a salir de nuestra comodidad, de nuestro estado de pasividad, abriéndonos a un mundo rico en experiencias donde podemos sacar lo mejor de nosotros y a la vez enriquecernos con los demás.

Aún así, el servir no es un valor bien valorado en nuestra sociedad. No es algo que está de moda, no sé si bien visto, sí bien aceptado, cuando el servido soy yo. Releo hoy una breve poesía de Gabriela Mistral que, sin duda, rompe con ese tópico y relanza el servicio a lo alto de la jerarquía de valores. Ahí lo encontramos en el cristianismo: elemento esencial del seguimiento de Jesús es servir… en palabras del Maestro: “No he venido a ser servido sin a servir” (Mt.20,28) o “ Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27) y cómo no dejar constancia en la famosa frase, atribuida a varios personas: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”.

Pero, vamos a lo que vamos:

EL PLACER DE SERVIR, Gabriela Mistral:

Toda la naturaleza es un anhelo de servir.

Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;

Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;

Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.

Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los

corazones y las dificultades del problema.

Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay,

sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.

Que triste sería el mundo si todo estuviera hecho,

si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.

Que no te llamen solamente los trabajos fáciles

¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!

Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito

con los grandes trabajos; hay pequeños servicios

que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar

unos libros, peinar una niña.

Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.

El servir no es faena de seres inferiores.

Dios que da el fruto y la luz, sirve.

Pudiera llamarse así: "El que Sirve".

Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos

pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién?

¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?