Cristo Rey y nosotros con Él

Publicado el 24/11/2021
Agustinos

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Texto:  Pablo Tirado, OSA
Música:  Bensound cute

Cristo Rey y nosotros con Él

Siempre resulta difícil conciliar todos los títulos cristológicos que nos ayudan a entender mejor la identidad de Aquel a quien seguimos; tal vez, nos resulte complicado encajar la imagen de ese hombre humilde, judío marginal, que pasó haciendo el bien, con la de un tetrarca de la época.

            Es más, tiene que ser de tal relevancia la comprensión de esta realeza de Jesús, que el día del bautismo de los cristianos, se les dice que pasan a ser “sacerdotes, profetas y reyes”. Sí, por si no nos acordábamos y no habíamos caído en la cuenta, en la celebración bautismal, tras el derramamiento del agua y durante la crismación, se dice que pasamos a estar incorporados a Cristo y tomar parte de su sacerdocio, profecía y realeza.

            Pues bien, ¿qué implicaciones tiene esta realeza en nuestra vidas’ ¿Nos hemos parado a pensar en algún momento que “ser rey” forma parte de la triple dimensión del bautizado? Dada la reciente celebración de Cristo Rey, nos viene muy bien para fijar algunos horizontes muy claros sobre los que labrar nuestra propia realeza. Si entendemos bien qué tipo de rey fue Jesús, así podremos forjar nuestra propia trayectoria cristiana.

            Como “sucesores” de los Jueces, los Reyes israelitas, desde David, eran garantes del orden de justicia y paz de Yavé en la Tierra, protectores de los pobres y débiles, pero pronto degeneraron en otros asuntos, por lo que fueron criticados por los profetas. Jesús irrumpe recuperando lo mejor de esa realeza: el proyecto del Reino mesiánico que es un compromiso con los más desfavorecidos.

Mostrar el Reinado de Dios es hacer presente la acción de la justicia, que destruya toda injusticia. Su Reino de amor, que acabe con los odios y egoísmos. Su Reino de verdad, que aniquile la mentira y los errores doctrinales. Su Reino de paz, que suplante a la guerra. Su Reino de pureza, que limpie toda inmundicia. Su Reino de vida, que termine con esa terrible cultura de la muerte (aborto, eutanasia, manipulación genética). Su Reino de desprendimiento interior, que desate todas esas cadenas que nuestro mundo y el dinero nos pone, arrebatándonos la verdadera libertad interior. Su Reino de esperanza, que anime a los desalentados y desilusionados de la vida. Su Reino de verdadera alegría, que supla esa otra alegría postiza y ligera de los fáciles placeres.

Reyes sí; estamos llamados a desarrollar cada día esta vocación y a hacer efectiva la tarea de “conducir, gobernar, guiar, reinar, pastorear, servir” de tal manera que aquellos a los que acompañamos puedan llegar a esta vida nueva.