La casa de Santa María de la Vid

Publicado el 13/12/2021
Agustinos


Texto: Agustín Alcalde, OSA
Música:  Bensound cute

La casa de Santa María de la Vid

Todos tenemos una casa, una familia, unos amigos, un Dios-Bueno.

Pero para hablar de María, la santa, la madre, la señora, la virgen de La Vid podemos encontrarnos con problemas, no históricos o tal vez devocionales o emotivos… Todos los que la conocemos parece como si solo al mirarla se nos iluminase una sonrisa, un deseo de abrazo, un sentido nuevo, de acogida.

Tal vez nos pueda ayudar a conocerla mejor ver su casa, podíamos decir la última, la que aparece en la foto y se elevó en el s. XVI al XVIII. La primera fue un valle, unas cepas de vid, una luz y un asombro digno de un Rey (Alfonso VII); también un simple río y el murmullo de unas aguas suaves que acallaban el canto de los pájaros.

Pero su casa es su familia, está dentro de esa imagen de un simple edificio, una iglesia incluso con seis campanas. Su casa y su familia, la cuidan sus amigos, los que durante más de 800 años han dejado una imagen de ella bien cuidada y llena de la alegría de una madre que espera a sus hijos.

Esos amigos que llegaron y llegan como peregrinos, como monjes, como religiosos, como cristianos, como turistas o curiosos… y, ante ella, dicen un AVE MARIA, como lo escuchó ella misma de su prima Isabel. Ese “hola, María” que no expresa extrañeza sino un sincero “ven a mis brazos” o un “gracias”. ¡Cómo no va a hacer sonreír ese saludo a una madre, a una señora que siempre está esperando en silencio!

Un salto al interior del edificio es fácil ya que tenemos en la foto la fachada que protege el retablo de la iglesia donde en su camerino, unos espejos reflejan casi como a través de una pared no ya de cristal sino de devoción la faz de María en todas las direcciones.

Y ahí encontramos a Sta. Mª de La Vid ante un Dios sin imagen, pero lleno de presencia, la presencia que desde el corazón arropa a todos y se siente entre ellos y con ellos… es la “imagen del amor” que Dios nos ha pedido que cuidemos como un día se lo pidió a su mejor amigo Juan.

La casa de María de Éfeso donde fue acompañada por él, Juan, tiene, como aprecié en una visita, mucho de iglesia, de entorno de visitas, del cuidado de los amigos y de la alegría del “encuentro” de una madre con sus hijos.

Algo así es esta casa de Sta. María de La Vid. ¡Os espera en ella!