La oración como salvavidas

Publicado el 08/02/2024
Agustinos


Texto:  Aurora Sanz

Música:  Amazing Grace – Kesia

La oración como salvavidas

Buenos días:

Hoy 8 de febrero celebramos la fiesta de San Jerónimo (Girolamo) Emiliani, patrono de los niños huérfanos. De origen italiano, como podemos imaginar por el apellido, este santo se consagró al servicio de los más necesitados. Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de Somasca, Orden dedicada a ayudar a niños huérfanos.

La orfandad es sin duda una trágica experiencia en la vida, máxime si sucede en una edad temprana, y deja una huella imborrable en el huérfano para el resto de sus días.

Nacido en Venecia en 1486, hijo de un senador de la República de Venecia, y el menor de cuatro hermanos, fue en el seno de su familia donde le enseñaron a rezar y le inculcaron la idea de que quien reza nunca está solo. Al cumplir 10 años Jerónimo perdió a su padre, lo que lógicamente le causó mucho sufrimiento. Sin embargo, siguiendo la enseñanza familiar, encontró consuelo aferrándose a la oración. 

Posteriormente, Jerónimo se hizo militar, algo a lo que los jóvenes nobles venecianos de la época aspiraban, y participó en la guerra. Como reemplazo de su hermano Lucas, herido en combate, asumió la comandancia de las fuerzas que defendían la fortaleza de Castelnuovo di Quero, asediadas por los franceses. Al final, Castelnuovo cayó en manos enemigas y Jerónimo fue apresado en 1511.

El revés que le significó la derrota y terminar preso durante 30 días en su propio castillo cambió profundamente su perspectiva de la vida. En medio del hambre, del dolor y del temor por su vida, Jerónimo buscó y encontró las palabras para volver a rezar y dirigió sus peticiones específicamente a Nuestra Señora, a quien prometió cambiar su estilo de vida a cambio de la libertad. Fue en el calabozo donde se reencontró con su fe e inició un camino de conversión y entrega, muy marcado por la humildad.

De pronto, un día, de forma inesperada, logró escapar del calabozo sin dificultad alguna. El santo cuenta después cómo fue la Virgen la que se le apareció para darle las llaves de las cadenas que lo apresaban y poder escapar a través de las líneas enemigas sin ser visto.

Unos años después, cuando la paz volvió a la región, Jerónimo regresó a Castelnuovo para ocupar el cargo de alcalde del lugar, hasta que tras la muerte de su hermano Lucas, Jerónimo retornó a Venecia para hacerse cargo de la educación de sus sobrinos y asistir a su cuñada, abandonando su carrera militar y política. Fue en sus ratos libres donde empezó a leer teología e involucrarse en obras de caridad. Corría el año 1518, y Jerónimo había hecho de los hospitales y los refugios para los más pobres sus destinos cotidianos favoritos.

Y tuvo la nueva intuición que marcó su vida y la de muchas más personas: crear una asociación que se ocupara de los jóvenes que se habían quedado sin familia y que se ocupara de su educación.

En 1527, conoció a San Cayetano (quien en 1522 había fundado en Venecia, un hospital para enfermos incurables), Gian Pietro Carafa (proclamado papa Paulo IV en 1555) y otros de los primeros miembros de la Orden de los Teatinos. Le fue encomendada la dirección del hospital de Bersaglio; además alquiló un taller en las cercanías de San Basilio donde enseñaba a trabajar la lana a huérfanos y pobres. Tras una gran epidemia en 1531, Jerónimo contrajo fiebre hemorrágica de la cual se recuperó. Fue el momento decisivo para dedicarse al servicio de los pobres y enfermos: vendió todas sus propiedades, renunció a su rango y, vistiendo las ropas de los penitentes, se mudó al asilo de los huérfanos.

Convenció a los habitantes de Verona de la importancia de construir un hospital. Posteriormente, en Brescia, erigió un orfanato; y haría lo mismo en Bérgamo, uno para niños más grandes y otro para niñas. Allí también fundó un hogar de acogida para prostitutas que deseaban dejar atrás la vida de dolor, deshonra y semi esclavitud que llevaban.

Junto a dos sacerdotes de origen noble, Alejandro Besuzio y Agustín Bariso, colaboradores en sus obras de caridad, fundó en 1532 una sociedad religiosa, estableciendo la casa matriz en Somasca, entre Milán y Bérgamo. Los miembros de su sociedad se hicieron conocidos como los Clérigos Regulares de Somasca (originalmente la Compañía de Siervos de los Pobres), en donde fundó un orfanato, un taller y un seminario.

La Congregación, que en la actualidad cuenta con unas 75 casas en el mundo y unos 500 religiosos, se ha dedicado al cuidado de los huérfanos, los pobres y los enfermos. San Jerónimo ordenó desde el inicio que la acogida al forastero, el hospedaje, la comida y la ropa  que debían llevar, era “la marca” de la pobreza religiosa.

En 1533, pidió permiso al obispo para trasladarse con 35 de sus huérfanos a Milán donde, con apoyo financiero de los nobles, le fue entregada una casa anexa al Hospital Mayor para establecerse. Tras una nueva epidemia, contrajo la peste el 4 de febrero de 1537, y murió el 8 de febrero de 1537.

Fue declarado por el papa Pio XI Patrón universal de los huérfanos y de la juventud abandonada en 1928. De hecho, en la Orden que fundó, María es venerada como "Mater orphanorum", o Madre de los huérfanos.

Personalmente, desconocía la existencia de este santo y su gran obra, e incluso la Orden que fundó. Me ha encantado compartir con vosotros esta pequeña investigación sobre San Jerónimo Emiliani, y sobre todo recordarnos la importancia de la oración en nuestras vidas. Pidámosle a este Santo, en su día, fortaleza para no olvidar un pilar fundamental para los cristianos como es la oración.

¡Buen día para todos!