Texto: P. Juan M. Paniagua Miguélez, OSA
Música: Amazing grace (bendito amor) - Kesia
¡Cabezotas!
¡Buenos días!
Escuchando la primera lectura de la misa del día de hoy no he podido por menos de quedarme con esa expresión que Dios le dirige a su querido pueblo, al mismo que ha sacado de la esclavitud de Egipto porque el dolor del pueblo llegaba ya hasta el mismísimo cielo. A ese pueblo ahora lo califica como de cabezota, perdón, quiero decir “un pueblo de dura cerviz” (Ex 32, 9).
¡Qué poco hemos aprendido en tantísimos años de historia! Seguimos anclados en nosotros mismos, en nuestras miserias, en nuestras pequeñeces. Seguimos siendo seguidores de nuestros caprichos, de las modas de la sociedad; seguimos siendo esclavos del “qué dirán”, y seguimos viviendo del “postureo”. Y mientras, la humanidad sufriendo. No aprovechamos este grandioso tiempo de gracia que Dios nos regala cada año: un tiempo en el que la oración, las buenas prácticas religiosas, los compromisos caritativos y solidarios con nuestros prójimos, especialmente con los más necesitados, son ocasiones que tenemos al alcance de la mano, pero que dejamos pasar porque tal vez hemos tomado otro camino: el de la comodidad, el que marcan las redes sociales y los medios de comunicación, el de crecer únicamente pensando en que cada uno somos el rey del mundo…
Y todo esto solo por escuchar la primera lectura del Éxodo, pero si seguimos atentos a la Palabra de Dios y conseguimos escuchar con atención el Evangelio, entonces… casi preferiríamos lo de la “dura cerviz” y ser cabezotas, porque lo que ahora nos dice Jesús es que “además, os conozco y sé que el amor de Dios NO está en vosotros” (Jn 5, 42). Es para echarse a temblar o a llorar.
En fin, aprendamos la lección y no perdamos la esperanza ya que Dios sigue siendo el Padre Misericordioso que espera cada mañana el retorno de sus arrepentidos, y “cabezotas”, hijos pródigos.
¡Muy buenos días!