RE-CONCILIAR-SE

Publicado el 08/04/2025
Agustinos


Texto:  Agustin Alcalde, OSA
Música: Bensoundcute

Quiero daros y desearos un “buen día”.

Para que se cumpla este deseo también quiero compartir con vosotros una reflexión sobre algo, tan humano y difícil, como es el perdón; perdón dado por alguien y perdón aceptado por nuestra parte.

            Sólo quienes tienen tiempo y saben pararse para examinar su propia vida se reconcilian consigo mismos y se renuevan.

            Me centro en una palabra no muy conocida y usada para hablar del perdón: RECONCILIARSE. No es un término religioso sino algo mucho más amplio. Dice y define el diccionario de la Real Academia española: [se trata de] “volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”. Esta es la primera acepción en este diccionario.

            Cuando queremos pedir perdón deberíamos ceñirnos a “volver a la amistad”. Dicho de otro modo: “atraer y acordar los ánimos desunidos”. No se trata de una “confesión” que también tiene una clarificación y definición en el diccionario citado antes: [se trata de] “expresar voluntariamente sus actos, ideas o sentimientos verdaderos”.

            Reconciliarse es, así pues, recuperar la amistad para llegar al diálogo. La confesión se refiere a la sinceridad y afrontar con humildad la verdad de cada uno. Por eso, veo más difícil reconciliarse que confesarse. Y como es más fácil lo segundo, animo a trabajar la reconciliación como “la unidad” frente a la guerra, la concordia práctica y no el odio, el respeto y no la invasión emocional del otro.

            Si san Agustín en el libro de sus “Confesiones” cumple ese perfil de expresarse voluntariamente, lo que él hace es mostrarnos sus ideas y sentimientos de forma casi descarnada. Por eso ha sido su obra una tentación para la curiosidad malsana, descubriendo al final en él un hombre sincero y humilde.

            San Pablo, el apóstol, tan querido de san Agustín, cuando en 1ª carta a los Corintios ( 1Cor 5,17-21) nos anima a reconciliarnos, nos muestra que es Dios quien nos reconcilia por Cristo. Y ahí tropezó san Agustín durante muchos años y, al fin,  introdujo a Cristo en su vida. Y así no cayó en la mentira de los fariseos modernos que en vez de “vivir bien” apuestan por el “bien vivir”.

            Yo prefiero considerar un “renovarse” diario que nos lleve a pensar primero y reflexionar después. Ese saber caminar unidos que es mucho mejor que tropezar y caer. Lo mismo que un Concilio -de ahí surge la palabra reconciliación- es más eficaz en la práctica que un Sínodo, aprendamos a re-conciliarnos día a día y así crezcamos en una transformación sana, personal eficaz.

            Buenos días.