Texto: Santiago Alcalde, OSA
Música: Acousticguitar
Llevarás por delante obrar bien
Hay un refrán que dice: “Piensa mal y acertarás”. A veces así ocurre, pero no siempre, por lo que habría que cambiarlo por este otro: “Piensa bien y acertarás”.
Doña Anita, una mujer anciana y viuda, cobraba una pequeña pensión que le dejó su marido: 512 euros. Con este magro sueldo vive y se las arregla. Un mes le pagaron con un solo billete de 500, un billete de 10 y una moneda de dos euros. Se alegró de tener en sus manos el billete de 500, pero le entró miedo de perderlo antes de poderlo cambiar.
Estos miedos se hicieron realidad cuando al día siguiente, al ir pagar la compra el billete no aparecía. Miró, remiró, pero nada. La angustia se hizo dueña de su corazón. ¿Cómo podría vivir todo el mes?
Malcomió aquel día por haber perdido el apetito. Luego, antes de ir a misa, como todos los días, pegó una tarjetita a la puerta del ascensor donde decía que si alguien había encontrado un billete de 500 euros, hiciera el favor de devolvérselo.
En aquella misa no se concentró. Peor, a cada momento, pensaba en sus vecinos, empezando a sospechar de todos. De la mujer de Cosme, que no ahorraba nada; de las dos chicas que todos los días estaban de fiesta en su piso; del carnicero que, según le habían dicho, era comunista…
De vuelta a casa, al entrar en su piso, tropezó, se le cayó el devocionario, saliendo de él unas estampas y el billete de 500 euros.
Al poco llamaron a su puerta. Abrió, era la mujer de Cosme que la decía: “Mire, ayer encontré en el ascensor un billete de 500 euros, vengo a devolvérselo”. Doña Anita, rechazando el billete, le aclaró todo. Luego, las dos chicas del tercero, también llamaron a su puerta y ¡qué cosas!, habían encontrado en la escalera otro billete de 500 euros. Luego fue el carnicero. Este, no había encontrado un billete de 500, pero sí cinco de cien y todos juntos. También venía a dárselos porque seguro eran de ella. No los aceptó, pero agradeció su buena intención.
Ante todo esto doña Anita lloraba y de alegría. Entonces se dio cuenta de que el mundo era hermoso, la gente buena, y que ella era quien ensuciaba el mundo con sus sospechas y sucios temores.
¿A qué a todos, con otras circunstancias, nos ha pasado algo parecido? Hemos pensado mal y nos hemos equivocado. Luego, pensemos bien y aunque nos equivoquemos, tenemos por delante el haber obrado bien.