Texto: Pablo Tirado, OSA
Música: Acousticguitar
Eucaristía también es entrega
Queda poco para la celebración del Corpus, una de las festividades del Señor en el tiempo ordinario pospascual que supone uno de los últimos regustos de fiesta del tiempo de Resurrección. La solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo ha supuesto una especial sensibilidad para el pueblo español que, pese a la secularización actual, aún sigue revistiendo altares, engalanando pueblos y exhibiendo procesiones.
…Pero, la celebración del Corpus, ¿es una fiesta de adoración…o de otra cosa… o de algo más? Sin duda, la creencia en el legado de la presencia real de Cristo, implica una actitud de profunda adoración ante el Santísimo, pero, tal vez, hayamos perdido la otra cara de la moneda.
No podemos perder de vista que, el Pan y el Vino de la Última Cena, simbolizan, representan, actualizan la persona y vida de Jesucristo. En palabras del Papa Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est, 12, podemos leer: “La verdadera originalidad del Nuevo Testamento no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma de Cristo, que da carne y sangre a los conceptos: un realismo inaudito”.
Esto es lo crucial del cristianismo y, por ende, de esta fiesta. No somos llamados única ni principalmente a aprender doctrina o celebrar ritos, sino a ser carne y sangre nueva en medio de los problemas de nuestro mundo, como Jesucristo lo fue del suyo.
Por eso, el próximo Corpus, podríamos fortalecer estas dos necesarias dimensiones. Adoración del Señor, sí. No puede ser de otra manera, más que postrarnos ante su presencia y adorarlo, acogerlo y dar gracias. Pero también comprometer nuestra vida como entrega. Algunas de las fórmulas más antiguas en las que se conserva la terminología de “entregar” es en la pretérita tradición de la Cena del Señor. En estas fórmulas la “entrega” de la que se habla es la de la vida completa, hasta la misma muerte, algo que apunta evidentemente a la entrega del amor.
El ser eucarístico no es un ser bueno que reconoce al Señor en el Pan y Vino, simplemente. El ser eucarístico es Eucaristía. Es decir, entrega, donación, preocupación, implicación, hacerse cargo, mimar, escuchar, acompañar, alentar, soportar.
Que nuestra próxima solemnidad sea motivo para que el mundo que nos rodea crea un poco más en que vivir la vida como entrega merece la pena.