Texto: Maximiliano L. García Pelayo
Música: Amazing grace (bendito amor) - Kesia
Peregrinos con mochila ligera
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mateo 11, 28-30).
Muy buenos días, Jesús nos habla hoy en el Evangelio, que es bastante cortito, al corazón; no al oído, ni a la razón, sino al corazón. A ti que vas corriendo de un lado a otro, a ti que a veces llevas mochilas que no se ven, pero que pesan. A ti, que quizás necesitas parar. Hoy, Jesús te invita a descansar en Él.
Estamos en verano. Muchos están de vacaciones, otros en campamentos, algunos simplemente bajando el ritmo del año escolar o laboral. Pero, aunque por fuera parezca que descansamos, ¿cómo va nuestro corazón por dentro? ¿Sigue agitado? ¿Sigue inquieto?
San Agustín decía: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Sí, necesitamos descansar, pero no solo de horarios y rutinas. Necesitamos descansar del ruido, del egoísmo, del orgullo, del miedo. Necesitamos descansar en Dios.
Hoy, ya comenzados los campamentos agustinianos, hay chicos y chicas de nuestros colegios caminando en comunidad, en la naturaleza, entre dinámicas, juegos y oración. Muchos de ellos han salido de casa con una maleta, pero, sobre todo, han salido con el deseo de caminar y de buscar. Son, como todos nosotros, peregrinos de la esperanza. Y el que peregrina no busca tanto llegar rápido como aprender del camino.
Jesús no promete una vida sin cargas, pero sí un yugo llevadero. No quita la mochila, pero camina a nuestro lado. No elimina las preguntas, pero nos invita a confiar en Él. Y eso cambia todo.
Podríamos terminar rezando y meditando la oración que hacemos a continuación.
ORACIÓN:
Señor Jesús,
tú conoces mi corazón, mis ritmos, mis cargas.
A veces no sé cómo soltar, cómo confiar, cómo descansar.
Hoy quiero acogerte como mi descanso y mi camino.
Quiero ser peregrino de esperanza,
no caminando solo, sino contigo y con mis hermanos.
Aligera mis pasos, renueva mi ánimo
y hazme encontrar, en ti,
el verdadero descanso del alma. Amén.
¡Buenos días!