Rumiar la porpia existencia

Publicado el 15/07/2025
Agustinos


Texto: Agustín Riviero, OSA
Música: Acousticguitar

Sin rumiar, inmediatez y superficialidad

 

Aquí en los límites de León con Asturias, cerca de Somiedo, contemplo unos hermosos paisajes, pero en casi todos ellos encuentro vacas. Han estado siempre ahí, parece que el tiempo no ha pasado por ellas. Las observo, me miran, y recuerdo las lecciones del P. Urturi sobre los rumiantes. Animales que digieren los alimentos en dos etapas: primero los consumen, y luego realizan la rumia, que consiste en la regurgitación del material ingerido. Dicho de otra manera, primero ingieren rápido; y luego rumian despacio en lugar seguro.

Los seres humanos hablamos de rumiar en sentido figurado, por ejemplo, cuando, queremos pensar algo despacio, porque hay que tomar una decisión importante: entonces podemos decir, «necesito rumiarlo». Después de diez meses de curso, yo también necesito, pararme, contemplar, meditar, rumiar un poco todo lo vivido. Porque puede que haya pasado todo tan rápido, que la “digestión” de tantos acontecimientos y vivencias necesite tiempo, perspectiva, serenidad.

El verano, es un tiempo propicio para este ejercicio de interioridad, con un doble proceso: mental y espiritual.

Hemos enterrado a seres queridos, hecho nuevas amistades, dejadas al pasar la loma otras. Nos hemos reinventado, a veces también nos hemos dejado llevar por la tristeza y la añoranza. Por ello, ahora, es el tiempo de saborear, de masticar y remasticar lo ingerido, para que no sea en vano, para que nos alimente. Bien podía haber dicho Jesús – “Sed sencillos como palomas y sabios como rumiantes”. Perder la capacidad de rumiar nos puede abocar a vivir en la inmediatez, la superficialidad y la ansiedad. En definitiva y como decía John Benjamin Toshack, “Corriendo de acá para allá, como pollos sin cabeza”.