Texto: José Joaquín Ojea
Música: Morir. Ixcís. 25º aniversario
El pecado del Rey David
Buenos días,
En el libro 2º de Samuel, en el capítulo 11 leemos: “2. Un atardecer se levantó David de su lecho y se paseaba por el tejado del palacio real cuando vio desde allí a una mujer que se estaba bañando. Era una mujer muy hermosa.”
Aparentemente, este hecho es inocente, si solamente hubiese quedado ahí, pero…
“3. Mandó David para informarse sobre la mujer y le dijeron: «Es Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías el hitita”
Este hecho ya no es tan inocente. Y David da un paso más que lo aproxima al precipicio. El rey David “mandó a unos mensajeros para que se la trajesen; llegó donde David y él se acostó con ella, cuando acababa de purificarse de su regla. Y ella se volvió a su casa. La mujer quedó embarazada y envió a decir a David: «Estoy embarazada.»”
Todo ha pasado muy deprisa, de la mirada desde la azotea al embarazo.
Es a partir de ahora cuando comienza el verdadero problema para David… ¿qué hacer a partir de ahora?
David se pone a pensar qué cosas puede hacer… llama a Urías, el marido de Betsabé, le pide que vaya a dormir con su mujer, lo emborracha y, como no consigue su propósito, finalmente decide que la única salida es enviarlo al frente de las tropas donde Urías muere.
David se ha encerrado sobre sí mismo, cree que solamente él es el que puede solucionar las cosas, cree que es él quien puede encontrar la única salida para el problema que el propio rey ha generado.
Cuando Betsabé ha enviudado, es cuando David puede y se casa con Betsabé y ella da a luz un hijo.
Es, al final del capítulo, cuando aparece Dios por primera vez: “lo que había hecho David no agradó al Señor”.
En todo el relato, David se ha olvidado de Dios, no le ha rezado, no ha expuesto sus problemas a Dios… ¿Cuántas veces nos olvidamos de Dios? ¿Cuántas veces no nos ponemos en su presencia? ¿Cuántas veces pensamos que nuestros problemas (o nuestros éxitos) son solamente nuestros, y que nadie, ni tan siquiera Dios puede ayudarnos?
Pensemos en esas situaciones, momentos, días en los que no tenemos presente a Dios y creemos que nosotros solos podemos con todo.
Os invito a leer en el siguiente capítulo del libro 2º de Samuel, el desenlace de esta historia, donde una vez más aparece la misericordia infinita de Dios con David/nosotros.
Y también os invito a rezar en el día de hoy con el salmo 51, que David compuso “cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé”.