🎧 Audio Reflexión
TEXTO: P. Agustín Alcalde, OSA
MÚSICA: Claro de luna (Beethoven) – Richard Clayderman
LA MANZANA APLASTADA
En el comienzo de la Biblia se nos narra una historia aterradora: Una familia se disgrega y huye cada uno por su lado; me refiero a Adán y Eva. Y cuando me refiero a ellos como familia, es porque incluyo en ella a Dios, acompañándolos en el paraíso. Cuando allí se habla de “serpiente” yo prefiero traducir como dragón y añadir a la narración la presencia, ya en aquella escena, de la mujer que pisó la cabeza del dragón (la serpiente) y lo destrozó porque antes él había entregado la tentadora y hermosa manzana a Eva y la había aplastado, tal vez ya mordida, después que ella se la había entregado cariñosamente a Adán. Dios y la primera familia habían sido visitados por EL MAL que destruye toda relación y engaña con total impunidad. Pero una mujer, llena de sinceridad y generosidad aplasta el dragón pisando su cabeza que todavía lleva en su boca la manzana destruyendo el mal. Así podría resumirse el comienzo de la guerra y el alborear de la paz.
Y así se está desarrollando la vida, hoy día, en nuestro mundo, en Europa y Ucrania especialmente. El mal está aplastando familias, destruyendo casas, invadiendo países y matando personas como si fueran manzanas que se aplastan. Manzanas que antes fueron hogares y familias; lugares cuidados y queridos de convivencia y paz.
Como contraste, ayer mismo vivía yo la experiencia de encontrarme con una familia de tres personas: Juez, Jesús y un nieto lleno de futuro. Aunque extrañe, esos son sus nombres reales. Me los encontré esperando hacer una visita en la entrada del monasterio. Llegaban tarde y querían visitar la “espléndida mole de arte” (esa fue su expresión al referirse al monasterio) que tenían ante sus ojos; los atendí con amabilidad. En la charla con Juez, un abuelo todavía joven, y su hijo Jesús, lleno de vida y feliz con su trabajo y su familia, hablamos de “la mole de arte” y también de ellos y de su vida y capté que sus dos hijos, no presentes, eran su mayor tesoro. El chico mayor era el mejor para el abuelo, con sus doce años. Como tuvimos bastante tiempo durante el paseo alrededor del monasterio y luego ya en la biblioteca y el claustro, los fui conociendo como una familia en la que todavía “el mal” no había arraigado en ella y valía la pena que conocieran a María, santa María, la que pisó la cabeza del dragón con su generosidad al escoger ser la “madre de Dios”. Pero iba anocheciendo y les invité a que volvieran otro día ya que a ellos les urgía volver a Burgos, su ciudad.
Quedamos, por tanto, en volver a vernos y al despedirnos sentí la punzada de la emoción ante una familia estable, unida, representada en el padre y el abuelo; una familia que ya empieza, tristemente, a escasear en España. Y cuando ya se iban pensé en tantas familias pisadas y destruidas en la guerra de Ucrania y que, a veces, solo el nieto puede huir y educarse y soñar volver a su país después de terminar su educación en un lugar extraño y tan diferente, como en este caso es España u otro país.
Si vuelvo al comienzo de este saludo de “buenos días”, recojo el relato de la serpiente, más bien, del dragón que desde el comienzo destruyó la vida de la primera familia. Y pienso… qué mala suerte hemos tenido al llegar a esta guerra que nos invade a todos. Pero no es así. No se trata de mala suerte, se trata de la presencia del mal entre nosotros que se llama también odio, egoísmo, violencia, … maldad al fin. Y sin darnos cuenta todos construimos estos muros de incomprensión ahora, tolerancia antes, descuido -falta de cuidado- siempre; todo ello nos ha arrojado en los brazos de un “dragón” que solo piensa en sí mismo y éste es el más grave de otros muchos errores que nos asedian siempre y especialmente estos días de miles de muertes y destrucción inimaginable. Solo el diálogo, la paz y la concordia apagarán este fuego.
El mal no está en la manzana (la “vida es bella” decimos y así, a veces, lo vivimos), sino en quien la entrega y regala mintiendo. Por eso María, santa María, como aparece en la imagen de Santa María de La Vid, pisa la cabeza del dragón que destruyó la manzana que primero fue un regalo y luego se convirtió en un desecho. Ella lo inmoviliza con la sencillez de dar la vida por el Bien. Solo ella lo hizo y nos anima a imitarla.
BUENOS DÍAS.