Dejar para luego

Publicado el 06/04/2022
Agustinos


Texto: Santiago Alcalde, OSA
Música:  Bensound cute

Dejar para luego

Hay personas indecisas y personas resolutivas. Personas que al momento actúan y personas que piensan mucho cómo proceder. Quizá esto va con la personalidad de cada uno y las experiencias que la vida le ha dejado.

Hace algún tiempo, existió en la India un brahmán, hombre temeroso e indeciso. Pasaba la mayor parte de su tiempo orando y meditando ante la imagen de Brahma. Una tarde este dios hindú se le apareció y le dijo: “Desde hace tiempo vengo observándote. Estoy contento de ti por eso te concederé un regalo. Dime ¿qué quieres?”. El hombre, sintiéndose confundido, no sabía qué pedir. Luego, con muchos titubeos, le contestó: “Oh, gran benefactor de la humanidad, en este momento no puedo pensar en nada. Si te parece, lo meditaré y te responderé mañana a esta misma hora. También quiero consultar a mi familia y vecinos”. “De acuerdo”, le contestó el dios y despareció. 

El brahmán pasó la noche consultando a unos y otros. Cada uno le indicaba una cosa distina. Con los primeros rayos del sol, él todavía no había tomado una decisión. Toda la mañana la pasó cavilando. Al llegar la tarde, un poco antes de la hora pactada con Brahma, tomó la resolución de pedir lo primero que se le ocurriera. Al momento sintió una gran liberación. Pero esa tarde el dios no acudió, tampoco lo hizo al día siguiente y el resto de los días.

Finalmente el hombre meditando sobre este proceder tan extraño de Brahma comprendió el regalo que éste le había hecho sin pedirlo: “Los regalos de Dios hay que pedirlos y tomarlos en el mismo momento que se ofrecen”. Desde ese día, este hombre temeroso e indeciso, cambió su forma de ser.

El refrán popular dice: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Dilatar una tarea en el tiempo, conduce a la pérdida de tiempo, al aumento del estrés y la ansiedad. Sienta bien dejar para otro día lo que podemos realizar hoy. El problema es que cuando esto se toma por costumbre, la pereza empieza a ser un grave problema. “Por la calle del después se llega a la plaza del nunca jamás”.