Es difícil vivir sin amor. Y un amor que tenga dueño… para que no sea en realidad nada… Tampoco amor…
Ella empezó a hablar del esposo muerto, en tiempo presente, como si estuviera vivo, y Florentino Ariza supo en ese momento que también a ella le había llegado la hora de preguntarse con dignidad, con grandeza, con unos deseos incontenibles de vivir, qué hacer con el amor que se le había quedado sin dueño.
Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera