Texto: Clara de Kingo
Música: Bensound cute
Tú eres Pedro
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo."
Yo no sé a ustedes, pero a mí estas palabras me ponen la piel de gallina. Y a veces, cuando leo el Evangelio, pienso: "buah, qué sentiría Pedro". De un momento a otro, convertirse en alguien tan importante. Y desde luego que quizás, en ese momento, no sería consciente de todo lo que se venía encima, pero conociendo todo lo que se desarrolla en los Evangelios y lo que sin duda supuso el día a día siguiendo a Jesús es cuanto menos para sentirse orgulloso. Además, es de los pocos Apóstoles de los que se acuerdan los niños en las catequesis. Importante tuvo que ser.
Bromas aparte, no tengo ni idea de lo que pudo sentir Pedro en ese momento, seguramente incredulidad, pero creo que, en cierto modo, también nos las dice a nosotros cada día. Ninguno podrá volver a ser el primer Papa de la historia, pero cada uno tiene un papel importante en la historia de la Salvación.
Muchas veces lo hemos hablado, los santos del día a día. Y es muy probable que a ninguno le lleguen esas mismas palabras que Jesús le dijo a Pedro ese día, pero seguro que cuando nos levantamos por la mañana o cuando vamos a misa o ante las dificultades, notamos que Jesús nos toma de la mano y nos invita a dar un paso, a comenzar algo nuevo, a levantarnos. O si no es Jesús directamente, seguro que lo hace a través de alguna persona cercana. Y esto yo lo relaciono mucho con las palabras del Papa Francisco, descendiente de Pedro, cuando invita a los jóvenes a levantarse del sofá, a hacer lío, a salir a la calle, como decía el también Papa Juan Pablo II: SIN MIEDO.
Seguro que se saben esa canción que en ocasiones entonan los coros en nuestras parroquias: no tengo miedo, Señor de la vida, me quiero entregar. Y esta es la entrega que nos pide Jesús, a acercarnos al que sufre sin miedo, al que necesita nuestra ayuda, aunque nosotros mismos creamos que no es posible que nosotros solos podamos hacer nada. Ahí está el problema, que no escuchamos a Jesús: YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FIN DEL MUNDO (Mt 28,20).
Señor, que cada uno de nosotros también seamos una piedra de Tu Iglesia, pero no de esas que solo sirven de obstáculo con nuestras quejas, nuestras excusas… que seamos piedra con la que seguir construyendo el Reino de Dios.