Texto: Agustín Riveiro, OSA
Música: Bensound cute
El arpa mágica
En un santuario japonés se conservaba un arpa mágica, de la que, según antiguos oráculos, podría brotar una melodía maravillosa el día que la pulsara un artista capaz de tocarla debidamente. Eran muchos los que acudían al santuario seguros de poder tañer el arpa, sin embargo, sólo conseguían sacar ruidos desagradables del instrumento.
Un día se presentó un hombre, era un desconocido, nadie se imaginaba que pudiera lograr lo que pretendía, pero al advertir el gesto honesto y humilde con que tendía los brazos para recibir el instrumento, los bonzos comenzaron a sospechar que él podía ser el artista esperado. Cuando nuestro anónimo personaje empezó a pulsar el arpa con suma delicadeza, como si acariciara las cuerdas con sus dedos, dio la sensación de que estaban hechos el uno para el otro, daba la impresión de que arpa y artista eran un solo ser, es más podríamos decir que era el arpa la que movía sus dedos.
Preguntado por los monjes sobre cómo había logrado el milagro después de tantos siglos. Él dijo, los anteriores arpistas utilizaban el arpa mágica para cantarse a sí mismos. Yo, en cambio, me he sometido enteramente a ella y le he presentado mis dedos para que no fuera yo quien le impusiera mi música, sino que ella pudiera cantar todo lo que llevaba dentro de sí. Es un instrumento maravilloso, que no pueden tañer los que están muy llenos de sí mismos. Hay que vaciarse ante el arpa para dejar que sea ella la que cante.
Estimado lector, el arpa es el tiempo, la vida, usted es el arpista, de su humildad depende sacarle las mejores melodías (vivencias)..