Educar en la verdadera felicidad

Publicado el 29/08/2022
Agustinos


Texto: Santiago Alcalde, OSA
Música:  Bensound cute

Educar en la verdadera felicidad

Vivimos en una sociedad donde el concepto de “bienestar” se entiende de manera materialista: tener esto y no carecer de aquello. Esta manera de pensar a quienes más perjudica es a los niños y a los jóvenes, que se frustran fácilmente cuando no consiguen esta “felicidad” y no son capaces de hacer frente a cualquier adversidad.

Parecían unos padres estrictos, pero no lo eran. Simplemente querían que sus hijos adolescentes fueran ellos mismos. El chico y la chica no comprendían que sus padres no les compraran el último aparato que sus amigos tenían; llevar la misma ropa que ellos llevaban; y hacer lo que todos hacían…

Un día, después de una discusión por la hora de regresar a casa por la noche. El hijo le preguntó al padre: “¿Por qué vosotros no sois como los padres de nuestros amigos?”. “No sé cómo son los padres de vuestros amigos, le respondió el padre, ni tampoco me importa. Sólo quiero que vosotros no seáis como sus hijos”.

“¿Y qué tiene de malo parecernos a ellos?”, preguntó la chica. “Que no son libres y están manipulados por el “todos lo hacen”, “todos lo llevan”, “todos lo tienen”… Cuando hayáis aprendido a ser dueños de vuestra persona, podéis hacer con vuestra vida lo que queráis. Mientras tanto, tu madre y yo, no podemos dejaros en manos de la opinión y los gustos de la mayoría. A un ciego, que no ha aprendido a moverse solo por las calles de la ciudad, no se le puede soltar la mano, aunque no le guste apretar la suya con la tuya”.

Muchos padres, equivocadamente, creen que lo importante en la educación de sus hijos es que estos sean felices, sin poner ninguna traba a sus deseos que, con frecuencia, son caprichos. Así, muchos niños y jóvenes aprenden que su felicidad depende exclusivamente de las cosas materiales que tengan y no de ser felices sin ellas. Los buenos padres no evitan cualquier sensación de malestar o disgusto que tengan sus hijos. Ignorar esto es hacerles caprichosos, egoístas, e incapacitarles para ser verdaderamente libres. La forma de actuar tan protectora y condescendiente de muchos padres hacia sus hijos, aunque no lo parezca, es también un maltrato.