Texto: Cristóbal L. Moya-A. Caro
Música: Bensound cute
Levántate y caminemos
“¡Levántate y ponte en medio!” Hoy afrontamos un nuevo día en el que resuenan estas palabras, las que Jesús dirige al hombre con la mano atrofiada sobre el que nos habla el Evangelio. No obstante, no podemos tomar estas como un lejano eco. No nos queda más remedio que recibirlas como una invitación, como una llamada, incluso como una orden del Maestro dirigida a cada uno de nosotros. Levántate y sal de tu letargo. Todavía tenemos muy frescos los días de verano que acabamos de vivir. Días en los que, seguro que merecidamente, aprovechamos para descansar, para bajar el ritmo y la intensidad cotidianas. Días, no obstante, que deben ir quedando atrás; desde los que debemos volver la vista hacia el nuevo curso que comenzamos o la actividad que retomamos. ¡Pongámonos en camino al nuevo curso!
Levántate y sana a los que te rodean. Que nuestro encuentro con los demás nunca sea una simple coincidencia o un tiempo de estar, sin más. El encuentro con Jesús, como le sucede al protagonista del Evangelio de hoy, siempre transforma, restaura, sana… Que nosotros nos convirtamos, en este nuevo día que comienza, en otros cristos; que seamos bálsamos para el dolor, el sufrimiento, el malestar… de los que nos rodean en casa, en el trabajo, en el colegio; en cualquier espacio y momento de nuestra vida cotidiana. ¡Pongámonos en camino a curar!
Levántate y pon al Señor Jesús en el centro de tu vida. Cuando Jesús le dice al paralítico que se levante y que se ponga en el centro, lo está llamando a dirigirse a la su propia curación por medio de su fe. En suma, a poner a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en el centro de su vida; y con la confianza ciega en el poder salvador de Jesús está siendo restaurado y curado de sus dolencias. Tantas veces y en tantas circunstancias el caminar por la vida nos paraliza y nos daña. Pero ahí está la voz, el testimonio de vida plena, de Jesús que nos llama a movernos, a levantarnos, a salir de nuestra parálisis y a abrazarnos a Él y a su salvación; poniendo a Cristo, auténtica fuente de vida, en el centro de nuestro caminar diario y desechando todo aquello que nos hiere. ¡Pongámonos en camino con el Señor! ¡Señor, al comienzo de esta nueva jornada, oímos tu voz que nos pide que nos levantemos y Te pongamos en el centro de nuestro día, de nuestra vida! Que de esta manera, en pie y con la mirada firme puesta en Ti, caminemos siempre hacia el abrazo, eterno y vivificante, que tu nos ofreces. ¡Buenos días!