Texto: Clara de Mingo
Música: Bensound cute
Mirar al futuro con esperanza
¡Buenos días!
Como diría el famoso dúo de los años 60, el final del verano llegó, o al menos para muchos de los mortales que ya hemos regresado a nuestros quehaceres habituales.
Es difícil volver con ánimo a un lugar que entendemos como rutinario, monótono. Son días de ir a buscar el material escolar para los hijos, hacer magia para organizar las diez mil actividades extraescolares, cuadrar turnos y arrancar de nuevo. Después de 2 meses de fiestas, viajes, tinto de verano y barbacoas, vuelve lo conocido, los partidos de los findes, las reuniones hasta hora indeterminada y comprar cartulinas a ultimísima hora para el proyecto de ciencias que hay que entregar el día siguiente.
Y esta rutina es un arma de doble filo. De boquilla, nadie quiere volver, o intentamos alargar las vacaciones todo lo posible resguardándonos en el clima de tranquilidad y descanso que suelen albergar. Sin embargo, para muchas personas, también es volver un poco a la zona de confort, al día a día, a lo que puedes controlar. Y yo creo que, personalmente, no deberíamos dejarnos llevar ni por un extremo ni por el otro. En primer lugar, porque los extremos nunca son buenos. Pero lo que creo que es más importante, que cada momento tiene su duración, sus puntos buenos y sus puntos "mejorables" vamos a decir. Como diría el Papa Juan Pablo II: "recordar el pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrirse al futuro con esperanza".
Y qué mejor manera de mirar al futuro con esperanza que con las Lecturas de hoy. Seguramente cualquiera de ustedes podría analizar y comentar sobre las bienaventuranzas mucho mejor que yo, pero es un ejercicio sobre el que me gusta mucho reflexionar. ¿Quiénes son para mí los pobres? ¿A qué se referirá cuando habla del que tiene hambre?
Además, en unas jornadas de reflexión sobre el camino de Santiago estuvimos haciendo una actividad sobre quiénes serían los bienaventurados de hoy en día en ese contexto. Así que de la misma manera, me gustaría proponerles que respondieran a la siguiente cuestión: en este inicio de curso, ¿quiénes serían los bienaventurados? ¿Quizás los maestros? ¿Los alumnos? ¿Los que se levantan cada día para trabajar?
Señor, Tú que llamaste bienaventurados a los pobres, a los que lloran, a los que tienen hambre, a los perseguidos, danos un corazón ilusionado, fuerte, justo, que nos ayude a enfrentarnos a este nuevo curso.
Te pedimos especialmente por los alumnos, los docentes y el personal de nuestros colegios y todos los colegios de mundo, por los trabajadores que vuelven un curso más a las aulas y a sus trabajos. Que sientan que estás con ellos en las dificultades, cuando las fuerzas flaquean, cuando crean que no pueden más.
Te damos gracias también por estos días de descanso, por todos aquellos trayectos y viajes en los que nos has cuidado y has protegido a nuestras familias y amigos.