El buen ejemplo

Publicado el 06/02/2023
Agustinos


Texto: Santiago Alcalde. OSA
Música:  Amazing grace

Imitar más que admirar

Todos preferimos ir por los atajos a caminar por el duro sendero de la vida, siguiendo las orientaciones de los que nos preceden. Esto lo podemos ver en nuestro diario vivir, cuando sustituimos el imitar por el admirar. Admiramos y alabamos a las personas buenas, pero raramente las imitamos. 

En ese pueblo vivía un hombre rico y austero. Tenía una buena casa y poseía las mejores tierras del lugar. Vivía, sin embargo, de manera frugal. No se permitía ningún lujo para sí, ni hacía ostentación de su poder o dinero. La gente no le estimaba y le llamaba “el avaro”. Cuando falleció, contados vecinos asistieron a su funeral.

Dos años después de su muerte, los habitantes del pueblo padecieron una gran hambruna. Antes también habían sufrido hambrunas semejantes; pero sin saber muy bien cómo, las habían superado. En este caso la gente no encontraba soluciones para paliar su hambre. Un día el sacerdote en el sermón, para mover a la solidaridad de la gente a compartir, les puso el ejemplo de “el Avaro”. Esta persona, les dijo, durante toda su vida vivió sobriamente para poder socorrer con sus bienes a los más necesitados. Nunca quiso que se conociera su ayuda. Él anónimamente me la entregaba a mí o a otras personas, para que la distribuyéramos.

Los vecinos, al escuchar esta revelación, quedaron mudos de asombro y también abochornados por su trato injusto hacia “el Avaro”. Al momento decidieron que había que reparar la injusticia haciéndole un monumento o por lo menos dedicarle una calle. El cura se opuso tajantemente diciéndoles: “Él, que no quiso en vida reconocimientos, después de muerto tampoco los quiere. Si queréis hacerle un homenaje, seguid su ejemplo y compartid vuestros bienes, aunque estos sean pocos”.

Nadie, que se sepa, siguió esta sugerencia; pero eso sí, le dedicaron una calle en el pueblo en la que pusieron su nombre con letras muy grandes.

Es más fácil admirar que imitar. Es más fácil aplaudir que seguir. Es más fácil rezar a los santos que seguir su ejemplo. El camino de la santidad no tiene atajos que nos lleven a Dios, tenlo en cuenta.