Dios perdona siempre

Publicado el 01/03/2023
Agustinos


Texto: Santiago Alcalde, OSA
Música:  Acoustic guitar #1 Audionautix

La petición del Sufí a Dios

Todos reaccionamos de manera distinta ante las personas, según respondan o no a nuestros deseos y expectativas. Esta manera que tenemos de actuar, pensamos que en Dios también se da. Así creemos que Dios nos ama cuando le agradamos; y nos rechaza cuando le ofendemos. Le imaginamos resentido por nuestras faltas y airado ante nuestros pecados. Un Dios que sólo nos perdona si previamente hacemos algo para merecerlo. Pensado así, aunque no nos damos cuenta, estamos haciendo de Dios un ser semejante a nosotros: pequeño y mezquino.

            Un santo sufí musulmán, se puso en peregrinación a la Meca, siguiendo las prescripciones establecidas por Mahoma en el Corán. Cuando llegó a la ciudad santa de la Meca, se dirigió al santuario de la Kaaba, lugar hacia el que se dirigen las oraciones de todos los musulmanes. Con gran satisfacción vio que apenas había peregrinos en el lugar sagrado, lo que le permitía practicar sus devociones sin agobios.

            Una vez que cumplió las prácticas religiosas prescritas, y antes de abandonar el lugar, se postró en el suelo y le hizo a Alá esta petición: “Señor, después de haber visitado y orado en este lugar, ya no tengo nada más que un deseo en esta vida. Concédeme la gracia de no ofenderte nunca más”.

            En ese momento, cuando el Todopoderoso le oyó, echó una gran carcajada y exclamó: “Lo que acabas de pedirme, es lo que piden todos. Pero dime: Si te concediera a ti y a todos esa gracia, ¿a quién iba yo a perdonar?”.

            En el fondo todos somos ateos. Nos cuesta entender y creer que Dios nos ama sin límites; incluso ama a quien lo rechaza. No nos atrevemos a creer que Dios es amor gratuito e incondicional. San Pablo dice que “el amor no lleva cuentas del mal” (1 Co 13,5), palabras que solemos aplicarnos a nosotros y no a Dios, a quien también se refieren. Él es el Amor verdadero. Cuántos cristianos no se sorprenderían si escucharan que Dios no lleva cuentas del mal. Qué gran gozo es para todos descubrir que Dios no lleva cuentas de nuestros pecados. Él nos ama sin pedir nada a cambio.