Texto: Agustin Riveiro, OSA
Música: Acoustic guitar
La pregunta por el sentido
La importancia de encontrar un sentido a las realidades concretas que vivimos la expresa Dostoyevsky en su novela “Memorias de la casa muerta”, basada en los recuerdos de los cinco años pasados en Omsk (Siberia), condenado a trabajos forzados por conspirar contra el zar Nicolás I. Observó allí que lo insufrible de su trabajo no radicaba en la fatiga física, porque “el campesino en libertad trabaja incomparablemente más, a veces día y noche, sobre todo en verano; pero trabaja para sí; trabaja con una finalidad racional, y el trabajo le resulta mucho más ligero que al presidiario el suyo, forzoso y perfectamente inútil para él”.
“Un transeúnte se detuvo un día ante una cantera en la que trabajaban tres compañeros. Preguntó al primero: ¿Qué haces, amigo? Y este respondió sin alzar la cabeza: Me gano el pan. Preguntó al segundo: ¿Qué haces, amigo? Y el obrero, acariciando el objeto de su tarea, explicó: Ya lo ves, estoy tallando una hermosa piedra. Finalmente preguntó al tercero: ¿Qué haces, amigo? Y el hombre, alzando hacia él unos ojos llenos de alegría, exclamó: Estamos edificando una catedral”.
Preguntarse por el sentido de la vida es interrogarse por el norte que marca el horizonte de nuestra existencia. Actualmente hay mucha gente que no tiene otra meta que aumentar sus ingresos, aunque un cierto recato les impida decirlo claramente. Los medios de comunicación publican regularmente la lista de los más ricos del país o del mundo, mientras califica de soñadores, utópicos, de locos e incluso fracasados a quienes tienen como meta el servicio a los demás dejando en un segundo plano la ganancia material. ¡Qué falta de humanidad y sentido!