Un niño y su cometa

Publicado el 23/03/2023
Agustinos


🎧 Audio Reflexión

TEXTO: P. Agustín Alcalde Arriba, OSA

 

MÚSICA: Claro de luna (Beethoven) - Richard Claydermann

Un niño y su cometa

BUEN DÍA.

Hoy he leído, he vuelto a leer, el libro de José Luis Martín Descalzo (1930-1991), editado 1991, con el título “Testamento del pájaro solitario” que me ha traído recuerdos de juventud y casi de la niñez.

Cuando más tarde dibujé esas dos imágenes de niños jugando con su cometa uno, y el otro pensando, estaba atendiendo a una petición solicitada para ilustrar una campaña vocacional en Brasil. Los dos habían surgido de unas fotos reales tomadas en unos viajes anteriores a Brasil.

Y me he detenido en el comentario de José Luis Marín Descalzo que hace de la niñez; parece jugar con ella al titular la poesía “El laberinto”:

                        “De niño yo creí que todo era

            como la sangre que en mi pecho ardía.

            Que vivir era un chorro de alegría.

            Que crecer era un sol de primavera.

                        De niño yo creí que bastaría

            con sonreír para que el mundo ardiera.

            Que bastaría con que yo tuviera

            el alma en pie para que fuese mía.

                        Y ahora estoy en esta encrucijada

            que no sé de dónde acaba y dónde empieza,

            laberinto de todo y de la nada

            donde flota, entre sombras, mi torpeza.

            ¡Y hay dos tigres dormidos en mi almohada!

            ¡Y hay un león bramando en mi cabeza!”.

Si vuelvo a la realidad, a mi momento de hoy y aquí… poco cambio de mi ser el niño que se ilusiona y casi duerme a mi lado.

Y a la vera de ese niño hacer de la vida un presente y del pasado un hermoso sueño que sigue alimentando mis días de pocos proyectos, pero lleno de grandes planes que volarán al final como una cometa; dejarán en mi mano un pequeño hilo que enlaza pasado y presente y vuelve a elevarse al cielo con un futuro, todo un futuro de “grandes esperanzas” a las que ya daba nombre el anhelo de Charles Dickens (“Great Expectations”, London, 1861) que yo traducía en mis lecturas de estudiante de filología.

Amigo, amiga, no apagues tu esperanza que es quizá lo más real de tu día de hoy, en esta mañana:

¡BUEN DÍA!