Las cosas de Dios y el Dios de las cosas

Publicado el 28/03/2023
Agustinos

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Texto: Miguel A. Herrero, OSA
Música: Acousticguitar 1 Audionautix

¿Será un mal del activismo?

Buenos días

Me ha venido a la cabeza una frase que escuché hace muchos años, que me gustó por su estética y que me conmovió por todo lo que significa.

La frase en cuestión es: “las cosas de Dios y el Dios de las cosas”.

Debo reconocer que en más de una ocasión esta realidad se ha dado, da y dará en mi vida. A veces son tantas “las cosas de Dios” que hay que hacer: convivencias con un grupo, preparar la homilía del domingo, reunión de padres de comunión, ojo que hay que preparar el examen de religión, campamentos, planificar la formación de confirmación, “te toca celebrar la misa de 12”, asistir a tal o cual reunión, a tal o cual grupo de la parroquia o colegio y, abocado a esa vorágine de “buenas” actividades, olvido, subordino, diluyo al Dios de las cosas, es decir, la oración, la adoración, el diálogo con el Dios de las cosas no ocupa un lugar preponderante.

¿Os pasa también a vosotros? ¿Será un mal del activismo?

Soy consciente de que el amor tiene mil y una maneras de manifestarse. Una mirada, un abrazo, un regalo, un silencio, una palabra...podemos manifestar de muchas maneras nuestro amor al Señor. Igual que Dios, nos manifiesta su amor de tantas maneras, algunas muy obvias, y otras, que requieren de nosotros una mayor atención.

¡Que hacemos las cosas, las mil cosas pastorales, con amor, buscando el bien de los demás y el nuestro propio, no está en tela de juicio! ¡Que queremos agradar a Dios, tenerle muy presente en nuestro día a día, es casi “cuestión de estado” !, por decirlo de alguna manera.  Sin embargo, a veces podemos amar más las cosas de Dios que al Dios de las cosas. Podemos dedicarnos más las cosas de Dios que al Dios de las cosas. Y creo yo que es algo a tener en cuenta e intentar que no se instale en nuestra realidad.

No sé si tiene que ver con esto pero el Papa Francisco, en una de sus reflexiones en el ángelus dijo:

«Dios no mide la cantidad sino la calidad, escruta el corazón, mira la pureza de las intenciones. Esto significa que nuestro “dar” a Dios en la oración y a los demás en la caridad debería huir siempre del ritualismo y del formalismo, así como de la lógica del cálculo, y debe ser expresión de gratuidad, como hizo Jesús con nosotros: nos salvó gratuitamente, no nos hizo pagar la redención. Nos salvó gratuitamente. Y nosotros, debemos hacer las cosas como expresión de gratuidad»

Hoy, al comenzar este nuevo día, volvamos nuestra mirada y amor al Dios de las cosas, que nuestro corazón agradecido se centre en él y a él eleve nuestra oración, y que todas las cosas de Dios que hagamos no pierdan su esencia primera y fundamental. ¡Buenos días!